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BOLDWOMAN SERIES_ CAROLINA ZULUAGA #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA


¿Quién es Carolina Zuluaga?

Esa pregunta es muy amplia, por favor. (Risas) ¿Quién es Carolina Zuluaga? Carolina es una persona en constante transformación. Nunca es la misma, eso es lo que siento en este momento de mi vida. Lo que más me gozo. No quedarme estática mucho tiempo. Gozarme los cambios físicos, mentales, emocionales, espirituales. Mis ideales no son los mismos un día de los que fueron antes o de los que van a ser mañana. Creo que lo más rico de ser como soy, es estar fluyendo con esa ciclicidad de la que tanto hablo y vivo.

¿Que hace Carolina?

Yo me dedico, MMMM. Primero a ser mujer. Entenderlo desde el corazón. Relacionarme amorosamente con mi cuerpo, ciclo menstrual, el ser mamá —que ha estado influenciado por mi mamá, abuelas y por la misma sociedad—. Transformando esa maternidad cada vez más saludable para mis hijos. También a ser mejor esposa (risitas). Cada vez más consiente del reto que es la convivencia. Mirar al otro, visibilizarlo, escucharlo; no sólo hacer lo que me gusta, sino darle el lugar al otro. Creo que es el pilar de la relación de pareja. En mi oficio me dedico a acompañar familias que están buscando alternativas para poder concebir su salud sexual y reproductiva. Entonces, hago acompañamientos desde la sintonización del ciclo menstrual con mujeres, sanación de diagnósticos de su aparato reproductor femenino —que tiene todo que ver con sus emociones e historias—, procesos preconcepcionales, donde hay personas que te buscan para saber como es eso de pensar un hijo con salud y bienestar, abonando la tierra, desintoxicarse y sembrar la semilla, y acompañando a familias que ya sembraron la semilla y que están gestando un bebe, y que buscan algo distinto. Con un principio de permacultura, dentro de su vida de papá y mamá. Y después los acompaño a parir y a parirse, como papás, como familia para así poder recibir un postparto más amoroso.

¿Cómo llegaste a la partería?

Bueno, pues yo llego siendo hija de unos papás muy jóvenes, adolescentes. Presentes por un lado, dándome todo de ellos, pero muy ausentes pues tocaba trabajar y estudiar. Me sentí muy sola cuando era chiquita. Afortunadamente, ese modelo hizo que en mí crecieran las ganas de ser una mamá muy presente. Cuando encontré a Juan, mi compañero, y empezamos hablar del tema del ser papás; resulta que Juan tampoco conoció a su papá y estaba muy conectado con el tema de ser papá de otra manera. Entonces, no queríamos ser papás en cualquier momento ni a lo maldita sea o porqué ajá (risitas). Lo queríamos de una manera más planeada, para no tener esa ausencia que habíamos tenido. Y ahí nos sintonizamos muy bien y buscamos a Fede en un proceso de pre-concepción muy consciente. Quedamos en embarazo muy fácil. Hicimos el proceso con Procrear, una institución que estuvo liderada por muchos años por un médico. Ese proceso fue el matrimonio real, nos fortaleció como pareja y como papás.

Parimos en casa, y eso me abrió una puerta muy grande de querer acompañar a las familias en ese proceso. Uniendo esa experiencia con mi profesión de fisioterapeuta, por la cual ya había trabajado con mujeres gestantes y lactantes, pero desde un enfoque muy occidental y biológico. Y ya luego el instinto e intuición que se despertaron con mi maternidad —dándome cuenta que habían cosas más allá—. Trabajo con Procrear 3 años, y aprendo un montón esa parte obstétrica, ese seguimiento prenatal, el rol de ser doula y de ahí se me desprenden otras mil necesidades que ya con Procrear no veía que podía ejecutar. Encuentro la partería, al mismo tiempo la medicina de mujer —medicina menstrual, respiración ovárica y miles de temas que tienen que ver con mujeres—. Me encuentro en círculos de mujeres, y las mujeres empiezan a ser otras maestras en mi vida. La partería me apasiona y descubro un mundo sin fin cada vez vas más profundo, y no sólo con el tema de parto biológico de hijos, sino del parto de las mujeres como núcleos y de sus familias. Ahí es donde digo “este va hacer mi granito de arena al mundo, esta es la forma como realmente puedo aportar a un proceso de paz”, pues de la manera como estamos gestando y pariendo en general no esta siendo la más saludable y de ahí se derivan muchas patologías sociales; de las cuales no nos podemos salvar si no los cambiamos.

¿Cómo ha sido entrar en el tema de la partería en un país como Colombia?

Es bastante complejo. El tema no es llevar la partería, sino el ser una mujer que viene de una sociedad urbana, que viene de una manera de aprender académica: colegio, universidad. El primer choque es con la partería tradicional o con las parteras tradicionales. Donde estas comunidades son las primeras en decir “usted se está robando nuestro conocimiento; porque no es afro, indígena o campesina”. Preguntan: ¿Cuál es su fuente de conocimiento? Entonces no es válida esa partera en las ciudades. El segundo choque es con mi familia. Mi papá dice “oye pero pagamos 5 años en el Rosario”, hace cuentas, piensa en la dificultad que fue darle “lo mejor” a su única hija… Poco a poco encontrar el lenguaje de decirle “esto es una base de lo que yo utilizo en la partería” pero en ese entonces no tenía tan claro como se hilaba y se complementaba. Con el tiempo pude hacerlo y él lo entendió, pero también estaba la angustia de: “qué pasa si un parto se le complica, la parte legal, etc.”, entonces empezar a sintonizar a mi familia, para que realmente todos estuviéramos claros en que la ley universal es la única que me cobija, la única real. A mi abuela que tanto habla de la fe, fue decirle “aquí es donde se prueba”. Después entrar en el choque de valorar a nivel económico mi trabajo. Como sentía que no era medico, al principio estaba la influencia del patriarcalismo todo el tiempo; pensaba que mi labor era pequeña. Y en Colombia se estaba gestando apenas el oficio. Entonces empieza la tensión, y aunque es mi oficio, mi decisión era vivir de esto. El trabajo con el que vive mi familia, etc. Fue bastante difícil y aún lo es pues esto no lo cubre ningún seguro. Sí somos vistas a veces como esas personas que nos robamos un conocimiento según algunas comunidades de parteras. Además nos lucramos con esto. Entonces solo un sector puede acceder a esto. Pero bueno, con el tiempo ha sido más valorado por las mismas familias. La experiencia ha hecho que se comparta y que se vuelva invaluable. Creo que ha sido un tema importante pero de resistencia. A nivel político estamos en un punto apretado pues seguimos siendo catalogadas como una partería urbana, donde no entienden por qué las familias van en contra de la tecnología y de la medicina tradicional. Todavía vemos que la partería en Colombia está asociada con lugares de escasos recursos donde el estado no puede tener tanta cobertura de salud, y donde las parteras hacen lo que pueden. Entonces no ven porque están en las ciudades. Hay gran desconocimiento acerca de los beneficios de los partos en casa a nivel de: pareja, familia, intimidad, sexualidad. Todo es bastante desconocido y no hay buena apertura a escuchar desde dónde nos paramos las parteras urbanas.

¿Cuál es el mensaje que Parto ConSentido quiere dar?

Despertarnos a esa pereza a informarnos. A veces no se quiere indagar y se quiere no comer entero. Entonces estamos acostumbrados a que el medico, cura, profesor o papá que son los mismos arquetipos, tienen la verdad absoluta. Son instituciones muy grandes que la misma sociedad nos enseña a no refutar. El profesor dice y eso es. Y pasa de generación en generación, como unos loros. No tenemos procesos de aprendizaje propios que nos enseñen a construir argumentos propios. El primer mensaje es: Paremos un momento en la vida que estamos llevando y pensemos cómo queremos gestar y parir. A qué seres queremos dejar en este planeta si se supone que está tan convulsionado, en un país que está en proceso de Paz; y no es acerca del plebiscito, sino de cómo desde mi experiencia puedo aportar. Creo que la única manera es investigar a ver cuales alternativas me da la vida, no solo lo que me venden a través de la sociedad de consumo o las mismas instituciones. Podemos cuestionarnos y no nos van a regañar. Perder el miedo a cuestionarnos es importante.

¿El ser mujeres les ha dificultado el oficio?

Creo que si y no. Si, porque definitivamente vivimos en una sociedad patriarcal, sociedad masculina, y la energía masculina se mueve en una linealidad que a las mujeres nos cuesta mucho. Nos hemos esforzado por mantenernos ahí, pero nos incomoda. Y muchas no saben que esa incomodidad es porque caminan por donde no es, y no pueden ciclar tranquilamente porque la sociedad no lo acepta. La ciclicidad femenina es una energía que te invita a parar, a cuestionarte, a sentir tu cuerpo, tu psique, tu espíritu y a definir por dónde vas a ir. Por eso a la sociedad no le sirve. Acá hacemos un gran esfuerzo porque todas estamos metidas en esta sociedad, trabajando para no confundir los roles en nuestras casas. Hacemos un esfuerzo a estar atentas para que no sigan haciendo las cosas de la misma manera. Por ejemplo montar una empresa. Es muy lineal. Por otro lado ha sido fácil porque definitivamente sí hay una conexión muy sutil con el hecho de ser mujer, tener ovarios, útero, canal de parto y haber parido muchas de nosotras. Eso es lo que las familias buscan un montón. Las familias buscan la experiencia de conectarse desde el sentir y no solo desde el saber. En el fondo todos los seres humanos estamos muy conectados con esta sabiduría.

¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar con los papás?

Con los papás ha sido todo un reto delicioso que nace desde que yo hice ese proceso con mi compañero. Ver como ellos también tienen esa energía femenina importante, sin medio a sentir, a tocar, sin miedo a volverse gays, sin miedo a ser vulnerables, llorar, conmoverse. Es una parte en que se conectan ellos desde su femenino. Que ellos puedan abrirse en un grupo de papás donde se les recuerda que ser papás no es traer plata a la casa o cumplir con una demanda de alimentos. Acá lo importante es que también puedan abrazar, arrullar, dar teta de otras formas, llorar cuando están pariendo y conectarse con su madre. Pues nosotras las parejas somos la representación de su propia mamá. Es reconciliarse con su ser interior, y ha sido bastante provechoso, pues desde que podemos entender que la familia se conforma de 2: mamá y papá, mamá y mamá, papá y papá… Hay muchas maneras. Y por Parto Consentido han pasado muchas, pero todas con miras a tener una salud biológica, emocional y mental. Poder sostener la presencia de ambos seres.

¿Alguna historia que haya marcado tu labor como partera?

MMMM, hay muchas. Quizá una de las que más me ha marcado fue el primer parto que atendí sola en otra ciudad, Cartagena. Fue un parto que su medico le había dicho que tenía pelvis estrecha; ella yogui, vegana… para el medico no tenía de dónde. Le había hecho una pelvimetría absurda, metiendo el puño en la vagina tratando de hacerle ver que si esto no cabía tampoco la cabeza de su hija. Pero con mucho amor, logramos que no perdiera su poder en ella misma con la confianza que podría parir. Cuando llego a Cartagena me entero de que nadie de su familia sabe que lo va a tener en casa. Yo era supuestamente una doula. Fue raro. Un poco aventurero. Ellos estaban alistando su apartamento con obra atrasada y ni modo de tenerla en casa de sus padres. Un día estábamos en el éxito haciendo mercado, cuando le vi cara de cólico y le pregunté cómo se sentía. Me dijo que desde hacía un rato tenía cólicos y le salía sangre cada vez que iba al baño. Decidimos irnos a la casa, pero como ese día se iban a mudar no tenían nada. Llamé a este papá (su pareja) y el pedimos lo que necesitábamos: un colchón, 3 ollas y 1 vela. El no entendía nada, pero le explicamos que el parto había trancado. Llegamos al mismo tiempo, subimos al 5 piso, entré al baño y cuando salí ella había parido. Fue un parto de 45 minutos, el parto más rápido que he presenciado, y que termina en un relato que ella escribe que se llama “Victoria de una pelvis estrecha”, su hija se llama Victoria. Obviamente su parto fue perfecto. Fue la historia que ella alimentó en su cabeza. Fue un gran aprendizaje. Fue donde entendí que entre más aprendiera partería menos tendría que hacer. Es mi reto. Es el lema que enseño a las otras. Aprendemos de todo para no hacer nada. Dejar que fluya y que el parto se manifieste como tiene que ser.

¿Cuantos partos has atendido?

Como partera alrededor de 250. Como doula de casa 70.

¿Hay algo que te defina?

MMM, yo creo que me define…Varias cosas. Creo que de las cosas que más me definen es la perseverancia. Trazarme unos objetivos muy claros, creo que de las cosas más incorporadas que me enseño mi mamá, fue la ley de atracción en la vida. Ese efecto que tiene la palabra, los pensamientos, los decretos. Lo uso todos los días de la vida y no me dejo de sorprender.

¿Qué es la feminidad para Carolina?

Es una energía muy sutil que se manifiesta en muchas cosas de nuestras vidas, pero que se caracteriza por la dulzura, por lo cambiante, por lo efímera, por lo sabia. Porque tiene la capacidad de adaptarse a cualquier contexto, persona, etapa de la vida, a cualquier ser viviente. Para mí eso es la feminidad.

¿Quién te inspira?

Pues, una mujer que yo admire mucho… Mi abuela paterna. Una mujer de casi 90 años, vive sola, absolutamente funcional. Que cada vez que se enferma recibe la posibilidad de la muerte con tranquilidad. Que se tira al piso a jugar con mi hijo. Es una persona que siento que ha sido un espejo, para yo poder ver, como la energía de un niño, un bebé, puede despertar la vida en el otro. Estos últimos 9 años siento que ha estado inspirada por Federico. Mi sueño es vivir fuera de Bogotá, pero pienso mucho en ella, porque siento que es una chispa de vida.

¿Lo mejor de ser mujer?

Lo mejor de ser mujer… (risas), es ser chamana. Ser esa bruja deliciosa que lo siente y lo presiente todo. Que sabe tantas cosas, y que a través de la vida, ese conocimiento, si uno lo deja fluir, va saliendo, va saliendo… Y uno lo puede aprovechar y va sabiendo para qué momento y qué persona lo puede utilizar. Siento que es una gran ventaja de ser mujer. Ser esas grandes sabedoras del mundo, tener esa misma energía de la tierra, es mágico.

¿Lo más difícil de ser mujer?

Vivir en la sociedad lineal de la que hablaba. Es una sociedad mundial, energía patriarcal, energía masculina. Creo que hoy en día tenemos un mundo muy masculino que está acabando con la energía planetaria que es femenina. Así de sencillo.

¿Crees que el sistema nos tiene miedo?

TOTAL, total. Eso viene de cientos de años. Donde a la mujer se le ha prohibido hacer muchas cosas. Por ejemplo en las comunidades indígenas donde no se les permite menstruar. Cuando se comparten medicinas, no pueden recibirlas… Un mismo Taita me lo decía “no es que sean malas, lo que pasa es que nos roban poder”. Siento que es la frase que podría representar a todo sistema, el que robe poder no puede estar ahí, porque ese otro pierde el control. Y lo que le interesa es poder controlar.

¿Cómo se manejan esas energías en tu casa?

Afortunadamente tengo un esposo absolutamente femenino (risitas). A veces el tema es mantener nuestros roles, él el más mamá, yo la más papá. Nos ha tocado detenernos y poder reasumir los roles que es muy importante. Pero, obviamente soy la más comprendida por mi esposo, es el que más me celebra mi menstruación, partería, maternidad. Celebra mis movimientos. Y por ende Federico también es muy femenino. Es un niño que ha tenido una formación entre muchas mujeres. Acá en la casa ve desfilar mamás, panzas, bebés, acompañarme a sembrar mi menstruación. Ha sido un niño que desde que nació entiende de una manera muy distinto a las mujeres y valora y respeta mucho eso. Ha sido muy bonito. Mis hombres refuerzan lo que yo siento y pienso.

¿Lo más transgresor que has hecho?

Ser partera definitivamente. Ha sido un antes y un después. Me ha traído todo lo otro de la medicina femenina. Entender muchas cosas que mi mamá me proponía desde su búsqueda personal, de sanar nuestro linaje, mirar la constelación familiar. Hice muchas cosas chiquita, pero sin la consciencia que tenía que tener. Fue a través de la consciencia de mi mamá, pero esto sí me trajo la necesidad propia de decir “hay que revisarse y limpiarse de tanto peso”. Todo tiene que ver con los hijos. Esa maleta tan pesada que uno les tiene guardada. Siento que convertirme en partera es lo que más ha trascendido, por eso a veces pensar en dejar de ser partera es impensable.

¿Que lección no olvidas?

Creo que la lección más grande es que el mismo portal de la vida es el mismo portal de la muerte. Cada vez trabajo más en comunión con ese portal. Entender que cada día morimos. Y que no necesariamente tenemos que abandonar un cuerpo físico para sentirnos muertos. Veo mucha gente muerta. Es esa comunión con la vida y la muerte.

¿Cual es tu pócima secreta?

Es algo diario. No hay un bien concreto. Hay muchos factores que influencian mi poder… A veces no me siento empoderada, y hace parte de la ciclicidad femenina de la que hablaba. Siento que no debemos ser mujeres empoderadas 100% todo el tiempo. Eso es una exigencia muy masculina.

¿Te sientes bella?

Sí, muy bella.

¿Qué te emputa?

El tiempo. Sufro mucho con el manejo del tiempo de los seres humanos. Me da rabia las personas incumplidas, las personas que no valoran el tiempo. Y el enredo con el dinero. Son dos energías que los seres humanos no manejamos bien y nos hacemos mucho daño.

¿Cuál es tu lado oscuro?

UFFF, buena pregunta (risas). Claro, me imagino que sí. De pronto no lo hago muy consciente. Tengo un lado oscuro. A veces se me sale el mal genio, tengo cara de rabo y a veces ese es el mayor conflicto con Juan. Mi mal genio me posee. No se de dónde sale. Muy profunda, de muy chiquita o de vidas pasadas. Por el clima, por esto, porque sí y es tenaz.

¿Dónde sientes tu masculinidad?

Con el manejo del dinero. Siempre he sido la que tiene la mayor responsabilidad económica en mi casa. Es algo con lo que en muy poquitas ocasiones he peleado.

¿Qué le dirías a Carolina si pudieras devolverte en el tiempo 10 años?

Le diría que fue perfecto así como fue hace 10 años. Que gracias a la Carolina de hace 10 años, hay una Carolina hoy. Estoy muy agradecida de ser como soy y de haber caminado lo que quiero caminar. De las cosas que más soy consciente es de no vivir en un mundo donde nada sea suficiente. Donde no estamos satisfechos. Es una jartera. Ese ejercicio lo hago con esta pregunta. Eso fue súper suficiente, fue lo que me correspondía.

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Una canción Blanca mujer, Robi Draco Rosa

Un libro Juan Salvador Gaviota, Richard Bach

Un apodo que odiaste Suzuki

¿Qué es la sexualidad? Misterio

¿El pudor? Candado

¿El aborto? Opción

¿La seguridad? Bandera

¿La felicidad? Laguna

Un sabor Acido

Una frase “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”

Una parte del cuerpo La panza

¿Qué te enamora? El sol

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Sigue su proyecto en: Parto.ConSentido

¡Es muy bonito encontrar a alguien que te puede ayudar a renacer de tantas formas! ¡Gracias Caro!

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