VANESSA ROSALES
¿Cómo te presentarías al mundo?
Vanessa es una mujer de su época. Consciente de lo que implica ser una mujer de este momento. Creo que soy muy pensativa, sensible, apasionada, afiebrada tal vez… Un poco vehemente, a veces un poco contradictoria. También como ecléctica, siento que tengo una mixtura en lo que me gusta musicalmente, estéticamente. Creo que es por ser del Caribe, pero también por ser de esta época. Todas esas cosas me definen como persona. Soy muy entregada a mis amistades y a las personas que quiero. Soy solitaria, me mantengo al margen de las cosas a pesar de que parezca lo contrario. Eso me resume un poco.
¿Qué significa ser una mujer de esta época?
Es una maravilla que no está exenta de espinas si se es cierto tipo de mujer en cierto contexto. La tradición de la historia femenina dice que fuimos hechas para ser compañeras de un varón y maquinas reproductivas. Todas las ideologías religiosas, culturales e históricas, han visto en la mujer ese gran otro perverso, débil, esclavizada de muchas maneras, sin la posibilidad de tener libertad. Yo creo que lo que define nuestra época es la posibilidad de la libertad femenina. Sí, aun hay contextos donde esto no es posible, donde lo socio-económico aún pesa… Pero sí creo que somos las herederas de lo que dejaron las luchas feministas. Esa convulsión fue necesaria para transformar nuestro rol en la sociedad. No hay respuestas, es reciente, pero ser mujer es pensar y cuestionar todo eso que se da por hecho. Es la época donde sin duda hay más libertad que en otros momentos en la historia.
¿Cuál ha sido la lucha que más le ha costado a Vanessa en este tema?
El amor romántico con los hombres. El amor romántico con los hombres es MUY complejo para una mujer que cuestiona tanto esas dinámicas. Es lo más complejo, porque ahí se han dibujado mis propios machismos, aprendidos de la sociedad costeña en la que me crié. Muchas preguntas alrededor de los porqué emparejarse… Surgen muchas preguntas en este contexto, donde a los varones se les enseña que la chica con la que se casan tiene que ser suave, dócil, virginal. Todo esto está muy incrustado en el imaginario de acá. Siento que hay muchas más preguntas que respuestas. Hay mucho temor hacia la mujer que piensa… Es la parte más compleja del ser mujer hoy. Cuando uno mira esa primera mujer moderna que desestabilizó el status quo de las cosas —como fue en los años 20s: donde decidieron caminar solas, trabajar, ir al cine, activarse sexualmente…— esto sacudió todo el tema matrimonial. Antes para que una mujer pudiera sobrevivir, tenia que casarse, o se convertían simplemente en esposas y madres que no tenían que producir y eso tenía unas consecuencias violentas… Uno lee a Simone de Beauvoir —feminista emblemática, escritora de “El Segundo Sexo”— y entiende ciertas verdades sobre la mujer y el enamoramiento, pero luego comprende que ella también fue la gran enamorada de Jean Paul Sartre. Ella misma fue la gran contradicción. Es todo un tema (risas).
¿Cómo fue crecer en tu casa?
Mis papás me dieron una gran libertad. Siempre me dieron discos, libros y películas. Mi mamá me dejaba escuchar Nirvana a los 11 años. Marcaba todas las paredes del cuarto, me ponía 11 anillos, 6 cadenas (risitas)… Era muy lectora, quizá fui precoz con la lectura, la psicóloga le decía a mi mamá que yo era muy joven para leer ciertas cosas —Friederich Nietzsche—. Simultáneamente crecer con mis padres fue ver lo que significa la dependencia económica. Ver que mi padre, sin quererlo, es fruto de sus machismos aprendidos en su momento y cómo tenerme a mí como hija —yo, que cuestiono tanto todo eso— la familia empieza a tener nuevas dimensiones. He tenido que ver a mis padres como seres humanos y entender que hay cosas de la mujer y del hombre que vienen arraigadas con lo aprendido, con ese machismo. Es difícil cuando lo pensamos tanto. Lo vemos en nuestros padres, abuelos… Sin embargo siempre ha estado la contradicción. Ellos son los primeros en apoyarme en todo lo que soy, son los que más me motivan, en especial con esto de la escritura. Yo me afirmé muy distinta desde muy chiquita.
¿Cómo ha sido cuestionar a tu padre?
Ha sido muy muy bonito. A través de un lenguaje más amoroso y explicativo, he logrado que él comprenda lo que significa ser mujer en ciertos ámbitos, aspectos de la vida. Las contradicciones a las que nos someten… El texto que escribí para Nina Rodriguez en Soho, era para mi papá. Era la persona que más deseaba que lo leyera. Cuando lo leyó me dijo “has dicho grandes verdades”. Para un hombre de la edad de mi papá —costeño—, asumir que las mujeres son seres sexuales no es como muy factible. Todo nuestra ideología judeo-cristiana está basada en que la mujer no puede gozar sexualmente, que es sucio (risitas). Yo digo jocosamente que lo convertí al feminismo y él lo afirma como “sí me he convertido” (risitas). Realmente son estructuras tan profundas que hay que entenderlas. El feminismo necesita rabia, pero funciona desde el lenguaje del amor también. El feminismo es una palabra TAN amplia… Las palabras amplias a veces no cubren los matices y hay temas particulares de ciertos contextos. Entonces eso ha enriquecido la relación con mi papá. Ha habido una apertura de parte y parte a entendernos y eso es muy bonito.
¿Cómo llega la moda a tu vida?
Bueno, realmente siempre me ha gustado… Cuando era pequeña y veía cine o televisión, me movía siempre la estética. Si veía 90210 o un video de música me inspiraba. Cuando estaba estudiando en Bogotá me pareció muy abrumadora la academia. Muy abstracta. Y yo solo quería escribir sobre estética, sobre moda. En ese momento, a diferencia de hoy, que hay Zara, Bershka, verse bien o “cool” no era tan fácil. Era reducido. En Los Andes, me enfrenté a escenas musicales fuertes como el punk, el post-punk, y yo quería escribir sobre ello. Quería hacer periodismo de moda. De cierta manera era unir lo que siempre me había gustado: la historia, el pasado, las mujeres, los hombres… Empecé muy joven en Cartel Urbano —hace aproximadamente 12 años—. Cuando me metí en el tema de la moda, mucha gente pensó que estaba loca. Nunca encajé esa descripción, tenía un tipo físico diferente y no hacia parte de las “actividades de grupo”. Todo el mundo se extrañó cuando me metí en eso.
¿Qué crees que detonaba ese adolescente rebelde?
Yo creo que ha sido muy innato en mí cuestionar todo. Si no lo hiciera, todo sería más fácil (risitas). Desde pequeña tuve esa inquietud. Cuando descubrí la filosofía a los 14 años, no lo podía creer. Era toda una disciplina escrita preguntándose el porqué estamos aquí. Esa era mi rebeldía y como leía, quería llamar la atención. Yo no era bonita en mi contexto. No era ni atlética, ni rubia ni nada. Sobretodo en un colegio de la élite como el mío (risas). Igual en el colegio había que ser rebelde porque era el momento para hacerlo.
¿Cómo encuentras juntar la moda y la feminidad?
Me di cuenta que siempre que uno mira la historia de la ropa, ve la historia de las mujeres. La ropa refleja muchas cosas. Cosas tan típicas como el ambiente, el clima, las estructuras económicas… Es muy curiosa la anécdota que en otras épocas ser gordita era glamuroso porque “it meant you didn’t work” (significaba que no trabajabas), que eras aristocrática… Era “glamorous” (glamurosa). Mientras que cuando se volvió normal que las mujeres hicieran deporte, el mundo estaba más industralizado y entró a estandarizar las tallas, momento en que se impuso la delgadez… Ese vínculo de la ropa y el ser mujer, me dio mucha fascinación. Creo que un es lo que más me fascina.
¿Qué dice la ropa hoy de nosotras?
Pienso que denota la libertad de las mujeres. El eclecticismo de nuestra época refleja esas libertades, refleja que vivimos en un mundo digital, consumista.. Es muy bonito leer a Lipovetsky que es el que sabe explicar como el mundo pasó a ser habitado por la lógica de la moda. Reemplazar una cosa por otra, festejar la individualidad… Es maravillosa porque por primera vez en la historia, la funcionalidad es posible para las mujeres también.
Este año escribiste tu primer libro “Mujeres Vestidas”. ¿Cómo fue ese proceso?
Yo siempre supe que quería que mi primer libro fuese así. Un ensayo y un objeto muy bonito visual. Ese era mi sueño. Me encerré, no este año, sino el año pasado a escribir 6 meses. De hecho todo el mes de enero lo voy a aprovechar para escribir el segundo. Fue duro también. Fue un momento de mucho aislamiento y bueno, yo ya tenía mucha de esa información en mi cabeza. Pensé que sería más corto pero no. Escribir es difícil, pero es lo que más amo.
¿Cuál es el siguiente reto?
Ubicarme o presentarme como una escritora más madura, tal vez. Mi segundo libro va a tener una cualidad diferente. Si va hablar sobre el ser mujer —es como el gran eje del libro—, pero ya no va a ser necesariamente ligado a la vestimenta o estética. Sino a la infancia, la comida, los hombres, el sexo el amor; con un carácter más literario. Quiero alcanzar esa madurez en España y Estados Unidos. Amo dictar conferencias y compartir conocimiento. Hago conversatorios que me hacen muy feliz. Son espacios donde planteo una serie de cosas alrededor de la historia de la feminidad, pero las chicas son quienes comparten sus experiencias. Se vuelve como una tertulia. Eso es lo que más me importa ahora. Y bueno una casa más grande con mucho más espacio para libros y cosas hermosas.
¿Cómo entiendes el empoderamiento?
Para mi el empoderamiento es… Lo más importante del empoderamiento femenino es amarse a sí mismo, y es lo MÁS difícil, creo yo, como mujer. Aceptarse es difícil. Y lo segundo es la independencia económica. Es lo que realmente permite que las mujeres tomen decisiones mucho más dignas, con más sentido de integridad. Pero es muy triste ver que vivimos dentro de unos esquemas que no favorecen esa independencia económica femenina. Sobretodo en lugares como América Latina. Creo que empoderamiento es eso, amarse, aceptarse y celebrarse, tomando decisiones con integridad y libertad. Sí es verdad que la palabra esta muy manoseada. Así es la moda. Eso lo dijo una escritora de moda a la que respeto mucho “la moda coge algo, lo mastica y lo escupe”. Siempre ha sido así. Lo que yo veo de positivo es que por lo menos pone la palabra afuera y puede inquietar a las más chiquitas a que se pregunten “¿qué es feminismo?”. Tiene el peligro de que tenga significados vacíos, pero al ser una época tan ambigua, es inevitable.
¿Crees que lo femenino tiene cualidades únicas?
Yo creo que sí. Eso es una gran pregunta que yo me hago. Hay condicionamientos biológicos que determinan cosas en hombres y mujeres. También creo que el momento y lugar refuerzan algunas cosas y no otras. Por ejemplo, podemos comparar Colombia y Suecia, o sea… Sí pienso que las diferencias fisiológicas e incluso las percepciones son distintas. Las mujeres tienen más atención al detalle, escucha, recepción de cosas. La pregunta que yo me hago es ¿Hasta donde el condicionamiento biológico es lo que debe determinar las cosas? Para bien y para mal… De hecho lo que más me gusta de esta época, es que se está evidenciando la lógica femenina. Vivimos en un mundo —nunca he querido mucho la palabra— pero sí, vivimos en un patriarcado. Es un mundo creado por hombres, para hombres. Estaba leyendo un documento que hablaba cómo la constitución estadounidense estaba pensada para hombres blancos. No está pensada para mujeres y menos otras razas. Pero sí creo que ahora hay más espacios para comprender el mundo desde otros ojos.
¿Qué mujer te ha influenciado?
Yo creo que son varías. Coco Chanel ha tenido una gran influencia sobre mí porque primero ella fue una mujer de su época. Todo lo que diseñó, fue para vivir una vida que estaba estrenando. Fue un momento donde la mujer se plantea ser mamá, esposa y trabajadora… Yo creo que también mi madre, mis amigas, constantemente. Tengo otras heroínas recientes como Chimamanda Ngozi Adichie, escritora de “Todos deberíamos ser feministas”. La amo porque ella es muy precisa en su estética y es brillante. Me han influenciado escritoras ensayistas como Judy Turman, que hacía eso que yo siempre quise hacer; hablar de un perfume para hablar de otras muchas cosas sobre la moda y la feminidad. Amo a Elena Ferrante, me leí sus 7 libros el año pasado —todos— y creo que ella es mi HEROÍNA. Esas son las mujeres que me han influenciado… Muchas más yo creo, en diferentes maneras y en diferentes momentos.
¿Qué crees que haya partido tu vida en dos?
Vivir en New York me cambió en todo nivel: mental, espiritual e intelectualmente. Me hizo entender las cosas de una manera… diferente. Fue un gran hito en mi vida. Entendí lo que es ser latinoamericano, mujer, sobre la estética. Tuve la dicha de estudiar durante 2 años sobre historia y teoría de la moda que fue totalmente espectacular… y estar estimulada constantemente por la belleza. Me enseñó a ver las cosas en matices, ver las gamas.
Eres muy activa en redes sociales. ¿Qué sientes que puedes lograr a través de las redes?
Creo que ha sido muy bonito ver cómo responden las chicas. Recibo mails, mensajes con mucha gratitud. Creo que he podido demostrar que es posible mezclar el pensamiento con la estética. A las mujeres en muchos momentos se nos ha pedido escoger (risa) entre las dos cosas. A través de mis textos me esfuerzo por contar que los temas femeninos en conjunto con la moda pueden tener peso intelectual. Que una mujer está llena de contradicciones, que puede estar vestida de una forma y hablar de otra. Y sobretodo de ser muy conscientes de nuestras libertades. Intento recordar que hace un tiempo lo que tenemos ahora no era así. Me gusta darle sustancia a ciertos temas femeninos.
¿De qué te sientes orgullosa?
Me siento muy orgullosa de este apartamento. Refleja mi necesidad de ser independiente, autónoma, el espacio donde puedo crear, pensar.
¿Tu lado oscuro?
La inseguridad. La falta de confianza en mí misma. La duda.
¿Cómo luchas contra tu lado oscuro?
La voz interior que uno a veces anestesia o que busca en otros. Esa voz interna es mi antídoto. Y las amistades. La amistad femenina en ese sentido es muy importante en la vida de uno. Ese entendimiento en las conversaciones con las mujeres en la vida de uno. Lo que me salva es la música y escribir y leer. Crear belleza. He aprendido con el tiempo, que vestirme bonito —por ejemplo si tengo el corazón roto— me ayuda. Trato de vestirme lo más bonito que pueda como una manera de escapar ahí.
¿Cómo enfrentas la bellezas ahora?
Todavía es un fantasma muy fuerte (risa). Creo que tengo un fantasma muy fuerte con eso. Hay una parte de mí que nunca aceptó que yo cambié. Siento que una parte de mí no llegó a ese nivel. Pero me cuido mucho por ejemplo. Soy una psicópata de la comida, hago mucho ejercicio, sabiendo que empecé muy tarde (risitas). Pero hay un tema también y es que yo me he dedicado a estudiar la belleza: de qué sirve, qué significa, qué le quita, qué le pone a una mujer… Y yo siento que ha llegado en mi vida el momento de trascenderlo. He estado junto a las mujeres más bellas del país, he trabajado con ellas, las he vestido, he sido su amiga… Creo que la belleza es más una sensación, uno puede estar muy bien vestida, pero si te sientes fea… Puedes ser una hembra, pero si no lo sientes, no pasa nada. La belleza es… pasajera, volátil.
¿Cuál crees que es tu clave del éxito?
Trato de ser muy fiel a mí misma, a pesar de que a veces las circunstancias te digan que no lo hagas. Ser fiel no es tan fácil, porque uno no puede negociar quien es uno, y menos en una mujer. La autenticidad… No sé si soy completamente auténtica en las redes, es más un rol que debo jugar, pero siempre pienso que hay que tener más osadía, así no se complazca a todo el mundo.
¿Cuantos años tienes Vane?
33 años, la edad de Jesus-cristo (risas).
¿Si tuvieras el poder de “jesus-cristo” que cambiarías?
Cambiaría el machismo, la violencia sexual, cambiaría la pedofilia. Es un tema muy fuerte, pero lo cambiaría. Hace falta mucha empatía.
¿La lección que más recuerdas?
La lección que más recuerdo es tal vez…. MMM, que pregunta más difícil. Pero diría que nada de afuera es suficiente, nada de afuera basta. Siempre es adentro todo. Y es difícil, pero es la máxima lección.
¿Qué le dirías a la Vane de hace 10 años?
WOW. Vane, mírate ahora. Haz más ejercicio (risas). No mentiras, le diría que se quisiera, que se apreciara, que no negociara su sentido de valor por el reconocimiento de nadie. Que trabaje en ese sentido de “worth” (valor). Eso hace falta enseñarle más a las mujeres desde chiquitas. Y es dificilísimo como mujer…
¿Qué admiras en los hombres?
Yo amo a los hombres, son unos seres tan incomprensibles… Pero los amo. Admiro de los hombres que son prácticos. Tienen una racionalidad que les permite un poco más de simpleza en las cosas. Se los envidio a veces y admiro su bellezas física. Pero cuando un hombre tiene empatía, eso lo admiro mucho. Creo que eso no se les enseña. ¿Qué les estamos enseñando a los hombres? Esa es la cuestión de ser varón. No se les dice que está bien sentir, expresar…Y no solo en la cultura latina… Yo me imagino que cuando uno tiene un hijo varón tiene que ser difícil solventar algunas preguntas… La energía masculina y femenina existen, pero creo que los hombres desde pequeños necesitan conectarse más con ambas energías. Creo que eso haría que entiendan otras miradas. Es como lo que dice Chimamanda “Enseñamos a las niñas desde chiquitas a que se quieran casar, pero a los niños no. Después esos niños crecen, se casan y hay un desequilibrio. Para la mujer el amor es todo y para el hombre no”. Hay cosas biológicas pero otras no. El hecho que un hombre ayude no es que sea un héroe, hay oficios que deben ser compartidos, y esa parte ha sido muy construida socialmente. Son cosas novedosas por muchos otros temas… Por ejemplo, nunca les contamos sobre la menstruación femenina, no los ayudamos a entendernos… No se trata de ser iguales pero sí de entendimiento.
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Vane, que tus palabras puedan llegar a más personas, que sean una ventana a nuevas verdades. Gracias infinitas.
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