CATALINA RUIZ-NAVARRO #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA
*Créditos de las fotos: Univision y Maria José Sesma
¿Quién es Catalina por Dios?
A ver… (Respiración profunda) pues yo soy heredera de un matriarcado de cuatro mujeres muy fuertes que yo admiro mucho, y digamos que para mí ese background de ellas tres es muy importante para construir mi identidad.
Soy Barranquillera, barranquillerísima, carnavalera, olimpiquista, Caribe. Soy una amiga muy leal. Me gustan los animales. Creo que mucho de lo que yo hago hoy en día es porque tengo muy buenos amigos que son muy inteligentes, con los que puedo tener conversaciones activas, vibrantes todo el tiempo. Entonces creo que uno también es esa red de gente que está ahí alrededor con quienes uno está intercambiando ideas.
Perfecto, y entonces ¿Quién es Catalina Ruiz-Navarro?
¡Ah! Sí, son distintas. Catalina por Dios es una curaduría de las cosas que más me gustan de Catalina Ruiz-Navarro. Eso quiere decir que definitivamente es un personaje, o sea es un performance que yo llevo haciendo en redes y en medios durante nueve años. Es un proyecto artístico; es una chica que también es como mi modelo a seguir y es a dónde yo me refugio muchas veces y bueno, es una activista, es una feminista, una escritora, muy decidida, muy segura de sí misma, muy buena para argumentar, que existe en redes sociales.
Ahora, yo, Catalina, por supuesto que eso es muchísimo más complejo, porque ahí ya convergen unas vidas: una vida familiar, fines de semana con los perros, estar en la casa, en la playa, leyendo… Catalina por Dios es súper extrovertida, y yo ¡meh! (risas). O sea, a mí me gustan las fiestas pero la gente me pone nerviosa, yo soy mucho más tímida. De hecho yo a todo el mundo le digo que soy muy tímida, pero que lo disimulo muy bien (risas). Y en eso, lo que quiero decir, es que yo Catalina soy tímida, pero este personaje que yo he construido, que es Catalina por Dios, no lo es. Y muchas veces es desde ese personaje que yo interactúo con el mundo.
Catalina, ¿y cómo fue tu infancia?
¡Ah! (sonrisa gigantesca). Yo tuve una infancia muy bonita. Mi abuelo hizo una casa en Barranquilla gigante, que tenía un patio lleno de árboles de frutas: mangos, nísperos, guanábanas, ciruelos… Yo me la pasaba montada en los árboles leyendo y cazando iguanas con mi bisabuela.
A mí me crió mi bisabuela, que es ella, la que está ahí (señala fotografía en blanco y negro colgada en su pared). Fue sufragista y aprendió a leer autodidacta con El Espectador. Se rezaba todas las tardes el Rosario y luego se leía El Espectador de cabo a rabo y después El Heraldo. Me siento muy orgullosa porque estoy escribiendo en ambos periódicos.
Crecí en una familia que siempre me dejó, con mucha libertad, ser quién yo quería ser. Un día yo decía que era una gitana, y sacaba ropa del closet de mi abuela y me vestía de gitana, y caminaba por la cuadra diciendo que era gitana o decidía ser una bruja que vendía brebajes. Entonces cogía matas y las revolvía con agua y vendía matas de toronjil revueltas con agua… y en mi familia me decían que estaba bien. O sea me daban tanta libertad. Me dejaban hacerles preguntas, interrumpir en la mesa y hablar y opinar, eso creo que para mí fue muy importante. En mi familia eran todas feministas, todas súper trabajadoras. Viejas autosuficientes, excelentes en su trabajo, eficientes y exigentes: eran y siguen siendo las Navarro, una marca de familia muy fuerte.
No hablas de tu papá...
¡Ah! Mi papá toda mi vida vivió en Bogotá y la verdad tuvimos una relación, cuando yo estaba creciendo, un poco distante. Pero en cambio, tengo unas sobrinas y un sobrino, por el lado de Papá, que son fantásticos. Entonces, mi decisión en un punto de mi vida fue tener una relación con mi papá a través de mis sobrinos. Además yo vengo de una familia con estas mujeres que llenaron y rebasaron todo lo que yo necesitaba en la vida. De hecho ahora por eso decimos que el primer hombre de la familia que me ha tocado a mí es Ricardo (esposo). Un día nos dimos cuenta y dijimos: ¡Guau! Sí.
Actualmente ¿A qué te dedicas?
Estoy dedicada a escribir columnas: tengo una semanal en El Heraldo y en El Espectador, en Univisión tenía una semanal hasta hace poquito, pero lo vamos a retomar. Estoy escribiendo también para Vice y también a veces “freelanceo” para varios medios.
Tengo un proyecto de activismo que se llama Estereotipas, de feminismo pop latinoamericano que casi que está convirtiéndose en tiempo completo. Y ahí básicamente hacemos videos, campañas, entrevistas y la idea es coger el lenguaje del Pop para hablar del feminismo en todos los espacios posibles.
Estoy escribiendo unos libros que cuando estén, se sabrá de ellos. Primero vamos a ver si soy capaz de escribirlos, pero mejor dicho, estoy dedicada de lleno a escribir y a hacer activismo en este momento.
¿De dónde sacas tanto tiempo?
Soy una persona muy disciplinada. Me levanto a las 5 de la mañana a oír radio colombiana para tener lista una columna más o menos a la 1 de la tarde. Estoy produciendo un promedio de cuatro textos a la semana, si no más. Por la tarde estoy haciendo videos, revisando lo que hacemos en Estereotipas. Por ahí a las 9 de la noche, termino de hacer o de contestar entrevistas o contestar correos. Porque luego "freelancear" y ser independiente, tiene el problema de que tienes que hacer tu propio PR (risas).
Antes me parecía que era una cosa imposible escribir una columna semanal y luego empecé a escribir una diaria. Yo pienso que el tiempo es una cosa flexible, infinita, en donde todo se puede ir metiendo tarde o temprano, siempre y cuando yo haya dormido y esté bien alimentada. Eso sí, a las nueve de la noche yo estoy empijamada, 10 estoy ya cabeceando, y si a las 11 no estoy dormida, me empieza el mal genio, porque es que sino, no me puedo levantar al día siguiente.
Eso sí, no hago ejercicio. ¡Nunca! Ni porque me paguen (risas). Sólo tengo el nivel de disciplina para escribir, para nada más.
¿Para ti qué significa ser feminista?
La definición evidente es que significa dedicarse a luchar y a creer en que todos debemos tener igualdad de derechos y oportunidades sin importar tu sexo, tu género, etc. Pero para mí ser feminista es un ejercicio de de-construir todo en todos los espacios, en todos los momentos y de ver cómo todos esos espacios en los que yo habito, se van volviendo feministas.
Hablando de esos ejercicios de de-construir, ¿qué machismos te ha tocado desaprender?
En algún momento cuando estaba en el colegio, yo era de esas chicas que decía: ¡Yo no soy como las otras! ¡Yo soy uno de los chicos! ¡Yo aguanto! Yo a diferencia de esas niñas que son tan femeninas y tan superficiales… Eso lo des-aprendí un día que me di cuenta que en filosofía todas las chicas inteligentes empezaban a des-feminizarse, es decir, ser inteligente era ser poco femenina. Ahí empecé casi que a exagerarlo, porque me di cuenta de lo mucho que te pendejean por verte femenina, cosa que yo también hacía con otras chicas, también juzgaba. O sea, yo me aliaba con los hombres, claro, aliarme con ellos me daba a mí poder. Yo hacía ese truco sin darme cuenta que al final del día nunca iba a ser uno de ellos. Entonces, un día dije, prefiero aliarme con las mujeres a seguirles el juego a los chicos. Y así empecé a darme cuenta de que todas esas cosas, eran cosas machistas y que no podía quedarme con la boca callada. Esos fueron los machismos que me tocó desaprender.
Ahora que me hablabas de tu matrimonio recordé que muchas veces se dice que las feministas o son lesbianas, o feas, o bravas, o que definitivamente nunca se van a casar…
Primero me gustaría decir que el feminismo nos da la posibilidad a las mujeres de construir nuestra identidad como queremos, sea eso ser lesbiana o fea (que también es una elección, y una bastante liberadora) o bravas (que sí lo somos, porque si tu eres mujer y el feminismo no hace que te emputes al ver las condiciones de desigualdad e injusticia pues no estás entendiendo al feminismo). Así que todos esos apelativos se valen, y no son insultos. Ahora, el estereotipo que se ha construido de “la feminista” que sí es muy peligroso es que somos amargadas y difíciles y por ahí nos amenazan con que nos vamos a quedar solas.
Yo me casé e hice un gran escándalo, precisamente por esa fama de que las feministas no podemos. Mira, hay una amenaza muy perversa y es que si eres feminista nadie te va a querer, y cuando a ti te amenazan con esto, tú tienes toda la razón en decir, no quiero ser feminista, porque tú quieres que te quieran y eso no está mal, eso es una cosa de supervivencia y todos somos amor. Esa es una amenaza muy fuerte y es una amenaza que a mí me han hecho toda mi vida.
Ser feminista y tener pareja no es sencillo. Si tu eres feminista, no te puedes meter con un man que sea un “macho”. ¡O sea, no puedes! Y luego vas a ver y la mayoría de los hombres son machistas porque así los criaron. Entonces a lo máximo que uno puede aspirar es a un tipo que sea lo suficientemente sensible para reconocer su machismo y ponerse en la tarea de de-construirlo y de des-aprender. Y eso es difícil porque implica frustración, es agotador. Uno necesita a alguien que esté dispuesto a escucharte toda la historia, que no piense que el feminismo es una cosa de puertas para afuera. Si tú eres feminista, eres heterosexual y además eres fem, las posibilidades de que te quedes sola son reales, pero también por eso tenemos que construir historias de mujeres feministas que estamos felices con nuestras parejas y vivimos nuestra relación de una manera justa.
¿Cómo se vive el feminismo en tu matrimonio?
¡Uy! Todos los días nos tenemos que levantar a ver si lo estamos haciendo de manera feminista o no. Creo que es a través de muchas conversaciones; estamos leyendo constantemente y estamos discutiendo cómo se inventa y cómo se vive bajo ese lente de género, siempre buscando la manera más justa posible.
¿Cómo lidias con la violencia en las redes?
Mira me ha pasado que en esas trolleadas me he bajado 8 kilos; se me ha caído el pelo, diciendo: “está bien no pasa nada”. El primer paso fue darme cuenta que me afectaba y que me dolía, y que podía decirlo… eso me tomó mucho tiempo. Luego aprender cómo se va a tratar eso, esto quiere decir que yo tengo que mirar si estoy durmiendo, porque si no estoy durmiendo quiere decir que algo me está afectando; quiere decir que tengo que revisar mis estados de ánimo, que esté comiendo bien, que me esté acostando a la hora que es. Por ejemplo, la gastritis, se me volvió crónica en un momento y obviamente tenía que ver con las trolleadas. Todas esas cosas de autocuidado se volvieron súper importantes para que este trabajo sea sostenible.
¿Cómo y por qué surge Estereotipas?
Estefanía y yo nos conocimos por Twitter. Yo hice una columna en el blog que se hizo viral y ella me mandó un mensaje. Ella estaba trabajando el mismo tema, nos fuimos por unos tacos, nos hicimos muy amigas y luego fuimos a un programa de radio sobre Porno y Feminismo. La pasamos tan bien y tan rico, que dijimos esto hay que hacerlo más. Y decidimos inventarnos un programa de radio, que iba a ser Estereotipas.
En el camino a inventarnos el programa de radio llegó, para ser nuestra productora, Marcela Zendejas, una amiga que conocí cuando trabajaba en derechos humanos con mi esposo, pero lo del programa no salió… Así que decidimos empezar a hacer videos con el lenguaje que más nos gusta que es el Pop, porque nosotras somos consumidoras asiduas del Pop y lo amamos. Ojo, no es que haya salido así no más, cada una ya tenía sus públicos construidos y muchos años de estudio encima pero decidimos hacerlo con humor y con irreverencia, para Millenials y en español.
Estereotipas ha sido una cosa súper liberadora porque se volvió usar el humor para combatir el machismo. Siempre decimos que es como un hechizo de Harry Potter: “Ridiculous”, tú le haces “Ridiculous” a tu mayor miedo, que puede ser el macho acosador, y de repente se vuelve manejable. Eso es lo que estamos tratando de hacer con Estereotipas, humor, nuevas tecnologías y Pop, que son los tres pilares de cómo vamos a hablar de estereotipos en Estereotipas.
¿Cuál ha sido la campaña, columna o programa que ha tenido más significado para ti y por qué?
Uy pues… Campaña: Mi primer acoso. Yo no aspiro a inventarme una campaña más grande que esa. ¡A la hora de lanzada teníamos 420 twits por minuto! Fue un ejercicio muy bonito porque cambió la manera en que hablamos del acoso. Nos dimos cuenta que esto pasaba con todas las mujeres y desde muy chiquitas. Creo que esta campaña sirvió para empezar a tener una conversación, y además mucho más empática sobre la experiencia del acoso porque sí nos ha pasado a todas, entonces yo ya dejo de señalarte porque a mi también me pasó. De lejos #MiPrimerAcoso ha sido como el culmen de un trabajo de pensar cómo comunicar cosas sobre derechos humanos y feminismo.
Ahora, columnas: no sé, hay muchas columnas que han sido muy importantes para mí y hay algunas que fueron sobre mi bisabuela y que finalmente terminarán siendo una cosa más larga de contar su historia.
El TED del año pasado fue muy importante porque creo que fue un ejercicio de resumir mis mejores argumentos en 20 minutos, de ver cómo se decía eso con gracia, con rapidez y siendo convincente. Siento que ese fue un ejercicio para mí, muy exitoso.
¿Consideras que es importante involucrar a los hombres en esta lucha?
Claro que hay que involucrar a los hombres, como en cualquier lucha por los derechos humanos como lo es el feminismo. El problema de involucrar a los hombres es que como tienen el privilegio masculino, muchas veces llegan y se quedan con el centro de los espacios y con la palabra. Entonces los hombres hacen cualquier cosa por el feminismo y todo el mundo los mega aplaude como si fuera algo que no les correspondiera hacer, pero que lo están haciendo de chéveres, como si nos estuvieran haciendo un favor.
Los hombres deben entrar al feminismo desde la autocrítica y la humildad entendiendo que tanto mujeres como hombres merecemos los mismo derechos y oportunidades.
¿Catalina cuál ha sido tu mayor rebelión?
Casarme ha sido la rebelión más grande, pues, quizás cuando era niña me dijeron muchas veces que yo iba a quedarme sola, destinada a ser la feminista amargada y furiosa. Lo bueno es que hoy soy esa feminista furiosa, solo que casada y con un marido que es un hombre cisgénero de la manera más vainilla y tradicional del mundo. Entonces eso sí que nadie se lo esperaba de mí, y acá estamos. Esa probablemente es mi mayor rebelión.
¿Qué te emputa?
Me emputa la injusticia incluso en los argumentos. Me emputa que me manspliquen y esta condescendencia que viene con lo masculino. Pero si vamos a decir qué es lo que más me emputa en la vida, me emputa el machismo y… me emputa el frío.
¿Cuál es tu lado oscuro?
De pronto que sospecho mucho de todo. Yo me he leído 64 libros de Agatha Christie (o sea todos, soy una fan furiosa) y creo que le aprendí ese método, además súmale que soy escorpión. Sospecho un montón de todas las cosas todo el tiempo. También soy muy resistente al optimismo. Yo soy de las que dice “nada es nada, hasta que es algo”. Me espero hasta que pase para decir, ya puedo celebrar. Ricardo, por ejemplo, es muy optimista, eso es muy bueno, porque me balancea.
¿Dónde se manifiesta tu masculinidad?
¿Qué será la masculinidad? Porque si la masculinidad es ser asertiva, valiente, exigente, todo lo aprendí de las mujeres de mi vida; entonces no podría saber qué es lo masculino en mi porque esas características que siempre se han asociado tradicionalmente con la masculinidad, yo se las aprendí a las mujeres de mi familia.
¿Qué le dirías a la Catalina de hace 15 años?
Dios mío, tantas cosas… Le diría que tranquila que van a salir las cosas mucho más rápido y bien de lo que espera y que puede dormir y descansar un poquito más. Le diría que va a encontrar el amor y que va a ser feliz en el amor. Le diría que estaba bien como está, que no tiene que moderar sus palabras, que no tiene que cambiar el caminado, que no tiene que darse tan duro sobre su cuerpo, que no tiene que adaptarse a nada porque todo va caer en su lugar en algún momento.
¿Qué lección no olvidas?
Creo que la lección más importante que me ha dado la vida es que ser bueno para argumentar solamente es una habilidad entre muchas tantas otras, y que es muchísimo más importante empatizar y conectar con las emociones de la gente que decir cosas inteligentes.
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Una canción: El centurión de la noche del Joe Arroyo
Un libro: En diciembre llegaban las brisas de Marvel Moreno
Un apodo que odiaste: Piernas locas (decían que mis piernas iban para un lado y yo por el otro).
¿Qué es la sexualidad? Conexión profunda.
¿El pudor? Control del patriarcado.
¿El aborto? Un derecho y una opción necesaria.
¿La seguridad? Bienestar.
¿La felicidad? Sistema de amor.
¿La religión? El Carnaval de Barranquilla.
¿La política? Mi deporte.
Un sabor: Mango biche con limón.
Una frase: "Let me live, love, and say it well in good sentences", Sylvia Plath.
Una parte del cuerpo: La Boca
¿Qué te enamora? La curiosidad y la justicia.
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¡Gracias Catalina por ser la mujer que eres!
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