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LILIAN PALLARES #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA


¿Quién es Lilian Pallares?

Como dice un verso de un poema mío: “soy quien quiero ser”. Soy una mujer semilla, una mujer que siembra y que el fruto lo ve, porque realmente todas las cosas que he soñado, que he deseado —no todo pero gran parte— lo he logrado, y ese fruto lo puedo compartir... Lo bonito es generar en otras personas otras semillas. Me veo así, como una mujer que siembra, una mujer muy telúrica y de una conexión con sus ritmos, con sus ancestros, con el mundo que la rodea a través de la palabra y a través de sus creaciones.

¿Hay algo que te defina?

Hay algo que me define mucho que parece muy superficial, pero que para mí tiene mucho sentido y es mi pelo. De hecho yo le escribí un poema a mi pelo porque siento que en mi pelo hay una fuerza poderosa; es la extensión de unas raíces, es un árbol… Y en este pelo mío yo siento que conviven todas mis ideas, mis universos de palabras... y también son pelos muy solares. Entonces sí es algo que me define, porque todo el mundo habla de “Lilián la que tiene el pelo así (hace un gesto de grandeza con sus manos)”. Es parte de mi identidad y tiene mucho significado.

¿Y por qué haces lo que haces?

Por necesidad, por aliento, porque… me da una vida infinita y me gusta compartirlo, o sea, no es que yo me obligue a hacerlo, sino es un acto instintivo, natural, sale. Nunca me propuse, tampoco dije: “voy a ser poeta o voy a bailar, o voy a hacer teatro”, sino que todo como que va muy entretejido y va fluyendo, una cosa va llevando a la otra y tú simplemente te dejas llevar. Soy vehículo de algo que yo no… controlo, pero que sí voy formando poco a poco.

¿Qué te motiva a levantarte todos los días?

UYY con lo que me cuesta levantarme (risas). ¡Porque me encanta dormir! Me motiva a levantarme la sorpresa del día que me espera, porque como yo no tengo una rutina entonces yo no sé qué va a pasar. Me gusta mucho ese terreno del desconcierto, de la sorpresa.

¿Qué es la feminidad para ti?

La feminidad para mí es una energía, una fuerza. Que no tiene qué ver con ser hombre o mujer, es una manera de estar y crear en el mundo. EEEE, a partir de ciertas sutilezas, de ciertos matices que no tiene que ver con ser hombre o ser mujer. La feminidad también me parece que es un estado del alma que todos tenemos pero que no todos reconocemos, y que se complementa con un estado de energía masculina, que es lo que confluye en lo que eres tú como entidad.

¿Por qué crees que muchos no reconocen esa feminidad?

Porque lo asociamos con algo débil. Lo asociamos a una falta de carácter o de propiedad. Es también porque la misma cultura ¿no?, ha creado un estereotipo en cuanto a lo femenino, desde algo que se subyuga. Hasta muchas mujeres —sobre todo aquí [en España] lo noto más— tienen miedo de entrar en contacto con su feminidad y también los hombres, entonces no es solo una cuestión de ellos. Porque yo creo que la feminidad te genera una apertura al mundo en la que tú no puedes controlar la realidad, como pasa desde la parte masculina que es más controladora. La parte femenina es más emotiva y en este mundo le tenemos mucho miedo a las emociones; a ser vulnerables, que es importante. Porque si no reconocemos nuestra vulnerabilidad tampoco podemos reconocer nuestra fortaleza. ¡Esa vulnerabilidad ES nuestra fortaleza! (Gran sonrisa).

¿Qué es lo más difícil de ser mujer?

En mi caso, aparte de todos los cambios emocionales que vivo… Por ejemplo hablo de la regla, la regla es 100% revolucionaria. No solamente el acto físico de tener la regla para mí, me dificulta mucho porque me lleva a una confrontación conmigo misma, a un encuentro hormonal, un encuentro con mis emociones, con mi poesía… de una manera muy viva. Y a la vez ese acto de rechazo al principio que tuve con mi regla… yo recuerdo que cuando yo me desarrollé la regla fue un pánico. Fue como “¡Uy no puede ser! Voy a quedar embarazada” y todo el miedo que genera la familia alrededor, he tenido que ir transformándolo poco a poco y estoy en el proceso de amar mi regla, mi sangre. Saber que es un ritual en el que me libero, me limpio, y que me transforma. Bueno eso a nivel físico y emocional.

Y a nivel social, que te tomen en serio. Las construcciones o las creaciones hechas por mujeres son tomadas como arranques, como: “ay mañana se le pasará”; no como un oficio, como algo serio. Y en el mundo literario más todavía porque está dominado por los hombres, entonces los premios son para los hombres, las obras que pasan a la inmortalidad la mayoría son de hombres. Así que, es un desafío, pero bueno digamos que esos han sido mis dos retos como mujer.

¿Qué es lo mejor de ser mujer?

Es que estamos en un plano entre lo dulce, lo sutil, lo misterioso. La mujer es puro misterio. Estamos muy pegadas a lo mágico, a lo mitológico. Entonces me gusta el significado de la mujer partiendo de que la vida y la muerte son femeninas, la tierra es femenina. El mundo en clave de mujer cobra un sentido… un sentido mágico.

¿Crees que la mujer tiene un rol específico en la sociedad?

Pienso que todos tenemos un rol. No hay que ser ni mujer ni hombre, hasta las piedras tienen un rol, los animales… todo. Todos tenemos un rol que vamos hacia un mismo lado, por eso se llama Universo: porque vamos en una misma dirección. Lo que pasa es que sí, las mujeres actualmente tenemos necesidad de hacernos sentir más, pero yo creo que esa necesidad ha sido de siempre lo que pasa es que el mundo ha estado como muy regido por fuerzas masculinas ¿no?, ha sido como muy patriarcal. Y nos estamos dando cuenta que desde esos esquemas y esos modelos no está resultando, entonces estamos apelando a lo que fue (levanta los brazos) en la antigüedad la fuerza matriarcal. El poder de la mujer ha estado presente, lo que pasa es que tenemos que lograr una balanza entre ese poder masculino y ese poder femenino, para que fluyan sin tanto obstáculo. Tenemos que aprender de la historia, que es cíclica. En una época mandaron las mujeres, después vinieron los hombres, ahora las mujeres otra vez queremos. Pero hay que hacerlo desde otra perspectiva más conciliadora.

¿Cómo fue crecer en tu casa?

¡Una locura! (Risas). Mi casa, bueno, como toda casa del Caribe, es una casa de sobre-estímulos. No hay espacio para el mundo interior. En mi caso, escribir es un acto solitario y era como muy difícil allá en esos espacios. Pero también dentro de todo ese bullicio y esa cantidad de gente que entra que sale, también te aportan como mucha narrativa: ahí ves personajes, ves historias de vida… Entonces para mí, como en mi casa no había nadie que le gustara lo artístico —no que yo conociera—, sentí esa vida mía muy en solitario, ellos no la conocían aunque sí les parecía rara. Pero sí puedo decirte que en esos momentos duros de no-sintonía con mi familia , fue lo que me permitió buscar mi propia expresión. Es una casa más de mujeres que de hombres, entonces aunque ellos no tuvieran esa conexión encontré esa parte amorosa; ese trabajo en equipo: somos un grupo de mujeres y estamos unidad para lo que sea.

¿Una lección que no olvidas?

Hay tantas. Hay una frase que mi papá siempre me decía: “Pasa página”. Siempre que yo le preguntaba algo que él ya no quería oír, que ya estaba aburrido me decía “pasa página” y con el tiempo comprendí que es verdad. Como escritora tengo que pasar página en los libros para que los libros avancen, pasar página para leer nuevas cosas. Y no nos podemos quedar mucho tiempo en la misma página con una idea obsesiva. Esa frase de mi papá que era como “¡Cállate!”, es memorable.

¿Qué es lo más transgresor que has hecho?

Yo creo que cuando escribo siempre estoy transgrediendo algo. Es una necesidad mía de romper un esquema, un modelo que dice que las mujeres tenemos que ser de determinada manera. Yo tengo un pensamiento y es que la libertad de la mujer es fundamental. Me parece que las mujeres no estamos adscritas a un modelo. Que si una mujer quiere tener 20 amantes que los tenga, que si quiere estar desnuda en la playa que lo haga. Me parece que tenemos que seguir nuestros impulsos vitales y también esa parte primitiva. Esa parte de tribu me encanta. Tanto en Afrolyrics como en cada poema yo lo noto. Me considero transgresora en mis creaciones.

¿Qué es Afrolyrics?

Es varias cosas (Sonrisa). Ahora es una compañía de investigación artística y teatral centrada en el tema afro. Pero también Afrolyrics es un espectáculo, una historia de amor y tambor, en el que se une la danza, los tambores, la poesía, la narración oral. Es una puesta en escena, un ritual ancestral. Afrolyrics también es una familia porque llevamos más de 10 años juntos y es un camino. No soy solo yo, están mis compañeros: Daniel Aguirre que es el director, Álvaro Llirena que es tamborero, Shangó Dely otro tamborero y Denis Ariza. Hemos creado una familia y dentro de esa familia vamos creando. Para mí es un proceso, y es una puerta a algo que yo aún no sé. También es un autodescubrimiento porque yo descubrí mi raíz afro y la valoré, ¡no es que la descubrí, sino que no la veía! Se vio fortalecida cuando la acepté.

Un suceso que haya cambiado tu vida.

EEE. Venirme a España. Porque yo no me vine como una apuesta de vida, una cosa como muy instintiva. Estudié creación literaria, pero era sobre todo para dejar a mis padres tranquilos. Yo no sabía qué iba a pasar acá, solo sabía que me gustaba escribir. Creo que ese acto de riesgo marcó mi vida porque a partir de ahí ya decidí arriesgarme a todo aquello en lo que creo y que sé que puede salir, entonces doy esos pasos sabiendo que es un gran acto de desapego. Venirme de Colombia donde estaba más cómoda para venirme acá. Entonces eso ha sido un antes y un después.

¿Cómo ha sido la relación con tu linaje femenino?

Bueno de mi linaje femenino te cuento que en la familia mía muchas mujeres no se casaron. Teniendo en cuenta que en esa época una mujer que no se casara, con un hijo, era mal visto. Ellas tuvieron unión libre ¡aunque las palabras les cuesta decirlo en su boca! Aceptar que vivieron en unión libre. Eso a mí me marcó porque me mostró que las relaciones de pareja se podían vivir de otra manera, aunque ellas lo vivieron desde la culpa, desde la presión social. Muchas se divorciaron también, hablo de mi familia materna. Eso también me hizo ver la sexualidad… que ellas la veían de una manera muy reprimida porque eran mujeres muy ardientes, muy caribeñas. Pero esa pulsión que ellas tienen, les asustaba. Entonces siempre me hicieron crecer con un miedo hacia mi sexualidad y entre esos miedos fue la regla. Entonces en ese sentido ellas me marcaron pero también me hicieron ver que era posible arriesgarse. He sentido que yo hago cosas que ellas quisieron hacer pero no se atrevieron. Mi padre es negro, mi madre es blanca. Ese encuentro entre esas razas provocó en mí una atracción hacia lo afro. Mi abuela sabía mucho de artes adivinatorias, cosa que mi madre también. Dicen ellas que yo heredé algo aunque no lo desarrollo. Entonces crecí como en un mundo de brujas y eso me encanta. Mi madre ha sido mi cómplice y yo he sido cómplice de ella.

Hablaste de la culpa. ¿Cómo sientes ese tema?

Es un proceso, porque cuando yo me fui de mi casa, ya no era la misma cuando volví, ves las cosas de otra manera. Entonces esto de la culpa me lo encontré cuando volví. Vi mujeres enfermas de sus caderas, de sus piernas, con cáncer de pecho y me dije: esto viene de la culpa, de un estado emocional. Y poco a poco me di cuenta de que yo también había arrastrado esas culpas. Porque una cosa es decir “soy libre” porque hago las cosas, pero en el fondo hay un inconsciente. También implica perdonar a mi madre, y ella a su vez perdonar a su madre, es una cadena. De hecho estoy escribiendo una novela sobre ese tema. Es un trabajo que no está hecho y tenemos que unirnos como tribu de mujeres para hacerlo. Para ellas también es muy difícil reconocer todo esto, me ven así de repente “tan libre” como dicen ellas, que se asustan y comienzan a reflejar todo un drama que es el drama de ellas “no hagas eso, qué van a pensar de ti”. Todavía estamos en ese choque, pero por lo menos ya soy un poco más consciente de dónde viene todo. Es un trabajo de investigación y me va a llevar años escribir esta novela, pero la voy a hacer porque esta novela arrojará luz a la realidad de muchas mujeres que no solo son las de mi familia sino sobre todo en América Latina donde estamos cargadas de la culpa, del pecado, ¡de la mancha que aún no entendemos!

¿Qué te emputa?

Que me digan: “¡busca a Dios!” (risas), de verdad eso me molesta. Porque en mi familia me lo dicen mucho, y yo digo “pero si yo lo busco cuando escribo”, o sea en lo que yo siento que es. Pero yo no soy esa mujer que tenga que buscar a dios porque me sienta fatal. Entonces eso me molesta, porque es como estuviera yo revirando en mí algo que tengo que limpiar en otra cosa y ponerme a rezar y que todos mis problemas se solucionen. Yo digo “por qué no buscan a dios para agradecer”.

Y otra cosa que me molesta es la informalidad. Sentir que si quedo en algo que no se haga o que a la gente le da igual, cuando no hay un compromiso o no se le da un valor al tiempo del otro.

¿Tienes un lado oscuro?

¡UF muchos! (Carcajada). En ese lado oscuro hay mucho poder. Tengo a veces muchos debates con mi lado oscuro, peleo con mi lado oscuro, muchas veces mi lado oscuro toma decisiones por mí. Pero bueno, ese es el gran almacén de material, de lo sueños, de lo que escribes. Es necesario ese lado escribes porque sin lado oscuro no hay luz.

¿Qué es lo que más admiras de los hombres?

Su fuerza. Pero no su fuerza física. Como genero me gusta la fuerza interior con la que vienen dotados. Tienen una fuerza interior también reflejada en una fuerza física: su determinación.

¿Con quién te reivindicarías?

¿Tiene que ser una persona o puede ser…? Con la tierra me reivindicaría. Porque he tenido muchos actos que no han sido muy conscientes. Reivindicaría con ella una posición distinta en mi manera de estar. Es lo que estoy trabajando.

¿Alguna mujer que admires?

A Nina Simone. Por la fuerza de su verdad.

¿Qué le dirías a Lilian si pudieras devolver el tiempo 10 años?

¡Le diría tranquilízate Lilian, no puedes ir tan acelerada por la vida, queriéndolo todo ya! Porque sí tiendo a ser un muy ansiosa. Me hubiera enseñado a meditar, a practicar la calma (risas).

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Una canción Apila el arró, Etelvina Maldonado

Un libro El Kybalión, los 7 secretos

Un apodo que hayas odiado Que me dijeran “boca de chupo” (risas)

¿Qué es la sexualidad? Fuego

¿El pudor? Hielo

¿El aborto? Elección

¿La seguridad? Vital

¿La felicidad? Un estado

¿La religión? Una falsa unión

¿La política? Un pretexto

¿Qué te enamora? La vida

Un sabor Coco

Una parte del cuerpo La cintura

Una frase “Ante la duda, folla” Mario de Castro, un amigo que murió. Siempre me hacía reír.

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Sigue sus proyectos en:

www.lilianpallares.com

www.antenablue.com

Afrolyrics: una historia de amor y tambor

https://www.facebook.com/Afrolyrics-una-historia-de-amor-y-tambor-1326776324001597/

Spot Afrolyrics

https://vimeo.com/149825891

Booktrailer del poemario Pájaro, vértigo

https://vimeo.com/95678813

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Gracias Lilian por compartir tu historia.

@MyGrlstory

Fotografía: Charles Olsen©

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