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LINA BOTERO #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA


¿Quién es Lina?

A ver… Lina es una mujer enamorada de la ciudad en donde nació, por lo tanto es una mujer caleña de 26 años que ama a Dios y que todos los días se pregunta sobre el amor. Dejémoslo así (risas). Ah, ¡y es fotógrafa!

¿Cómo creciste?

Yo crecí en una familia llena de amor que hasta el sol de hoy se quiere; compuesta por papá, mamá y hermano como mi núcleo, y luego abuelitas, tíos, primos. Todos muy unidos.

Crecí siendo —no sé si infortunada o afortunadamente— el centro de atención de mi familia, entonces cualquier payasada que hacía era aplaudida y cualquier palabra que decía era apoyada. Eso fue construyéndome como una persona que cree en sí misma y puede lograr lo que se plantea o sueña. Además, crecí en una familia a la que le dije desde chiquita: “Yo quiero ser actriz” y se creyeron el cuento. O sea dijeron: “No hay otra posibilidad, ella es actriz, ella es artista y lo va a lograr”. Apoyaron toda palabra que yo decía, todo sueño que quería cumplir.

Crecí en una familia en donde mi mamá era el amor, el arte, la sensibilidad en torno al amor y mi papá era el amor, la intelectualidad y la sensibilidad en torno al conocimiento. Esa mezcla me hizo una persona despierta por conocer las cosas, pero también sin miedo a sentirlas. Y así me criaron.

Soy una persona muy sensible, casi a puertas de ser vulnerable: cualquier cosa me toca. Vengo de un papá y un abuelo —y de ahí para atrás— que lloraban por cualquier cosa. En mi casa mi papá es el que llora y mi mamá es la fuerte.

Crecí en una familia llena de amor, conocimiento y mucha fe.

¿Cómo te relacionas con la sensibilidad de los hombres a tu alrededor?

Para mí es algo totalmente normal que un hombre llore. Al crecer con mi papá siendo como es, me impacta ver lo fuerte que es mi hermano menor. Mi hermano es mucho más fuerte, pero igual de sensible; él heredó la fuerza de mi mamá en términos de “yo puedo aguantarme”, aunque mi mamá es igual una llorona (risas), toda mi familia lo es. Pero mi hermano y mi mamá son los que respiran y toman acción, mientras mi papá y yo somos impulsivos y explosivos. Entonces sí, para mí es completamente normal ver a un hombre llorar; es hasta poético y hasta lindo. Cuando veo a mi papá llorar, yo también lloro, es un hilo conector.

¿A qué te dedicas hoy?

¡No soy actriz! (risas). Pero soy una persona que expresa. Yo creo que ser actor o actuar es ponerse diferentes máscaras e interpretar personajes. Entonces, en esa medida podría decirse que soy un poquito actriz porque me pongo diferentes máscaras para sentirlas e interpretarlas en fotografías o en palabras.

En este momento para el mundo soy fotógrafa; para Lina, en mi casa y de puertas para adentro soy fotógrafa, poeta, mujer y actriz.

¿Cómo pasaste de soñar en ser actriz a convertirte en fotógrafa?

No cumplí mi sueño de ser actriz. A medida que vas creciendo puedes encontrarte con sociedades que pueden corromperte o pueden alimentarte. En mi caso, estudié en un colegio femenino en donde no alimentaban ese espíritu o sueño que tenía y al compartirlo se promovieron diferentes burlas. Ocurrieron dos importantes situaciones que cambiaron ese sueño. Voy a contarlas:

Yo todos los días le decía a mi mamá que iba a caminar por la alfombra roja y que iba a ganarme un Oscar. Ese era mi sueño de chiquita. Alguna vez se lo conté a la que en ese entonces era una de mis mejores amigas y ella se lo contó a otras. Un día una de esas niñas dijo delante de todas: “Lina, ¿verdad que tú quieres ir a Hollywood?, ¿verdad que te quieres ganar un Oscar?”. En ese momento todo el mundo se burló de mí. Fue fuerte.

La segunda historia pasó después. Yo estudié teatro hasta los 13 años. Una vez un canal de televisión fue al colegio, y un camarógrafo puso la cámara y seleccionó a un par de niñas, así que yo me sugerí y dije “yo también quiero”, a lo que él respondió: “Tú no tienes registro, no puedes salir en cámara”. Esto fue impactante para mí.

Aun así estudié por un tiempo más en la Escuela de Teatro Enrique Buenaventura, pero por decisión propia —porque no me reconocía en mis compañeros, eran mucho mayores— decidí salirme de teatro. Ahí se detuvieron las ganas de estar en ese mundo.

Terminando el colegio me encontré con uno de esos recorridos por las universidades y llegué a la Javeriana, y me enamoré del pensum de Comunicación. Entré a estudiar para escribir, la fotografía vino después. Tomé todas las materias que me ofrecían de periodismo y arte plástico. Salí a hacer mi práctica escribiendo para la Revista El Clavo, pero era una revista de bajo presupuesto y no tenían quién hiciera las fotos, entonces empecé a hacerlo yo con mi camarita. No me he desligado de la escritura, pero se ha vuelto algo más íntimo; la fotografía es lo que me ha dado de comer y me ha dado experiencias maravillosas.

Foto: Lina Botero

Foto: Lina Botero

¿Crees que ser mujer ha afectado de alguna manera tu historia de vida?

Yo creo que ser mujer ha sido para mí un argumento de vida. Yo me aprovecho de ser mujer en términos de ser fuerte o ser débil. Desafortunadamente en esta sociedad a los hombres se les impone una actitud, en cambio, a pesar de que a las mujeres se nos impone ser “femeninas” o “sensibles”, yo me aprovecho de ser mujer para ser ambos géneros. Me aprovecho de ser mujer para hablar duro, para callar, para coquetearle a la vida, para caminar con soltura. Sí, para mí ser mujer es un argumento de vida.

Yo creo que si hay dos personas que sepan exactamente lo mismo y una de las dos es una mujer con los ovarios bien puestos, tiene una ventaja larguísima. Se trata de conocimiento y de reconocimiento.

¿Para ti qué es la feminidad?

Para mí ha sido difícil, porque yo no soy tan femenina, entonces me ha costado lidiar con el término feminismo o feminidad. Para mí hay diferentes formas de existir en el mundo y aunque el feminismo sea una forma de defender a la mujer, para mí nace como el opuesto al machismo, ¡y yo no puedo con eso! Porque para mí, tú existes como ser humano y te das tu valor como eso. Yo no defiendo mis comportamientos, actos o palabras por ser mujer. Una mujer no tiene por qué defenderse, debe respetarse y respetar a las otras. Para mí existe la humanidad.

Es bonito entender que en el cuerpo está lo femenino y lo masculino, eso es claro para mí y que además puede estar más desarrollada la sensibilidad o por el contrario, la fuerza y al final se complementan. Yo no tengo problema con pedirle a un hombre que me ayude a abrir un frasco porque yo no pude, para mí eso es natural y eso no quiere decir que uno sea más que otro.

Reconociendo ese “argumento” de ser mujer, ¿qué ha sido lo más bonito que te ha traído?

Sentir. Yo sí creo que los hombres y las mujeres sentimos intensamente pero diferente.

Lina, ¿te sientes bella?

Uy juepucha… Esa ha sido una pregunta que me hecho 26 años de mi vida. Hoy sí. Antes no. Antes era muy difícil para mí quererme, por muchas razones, incluyendo el haber tenido sobrepeso y que mi papá, como médico, me dijera “estás gorda”. Ha sido por la sociedad que no me he sentido bella, pero al final termina siendo mi culpa por permitirlo, por no marcar una distancia a los comentarios que hieren. Yo creo que uno tiene que pasar por todas esas etapas para decir “hoy me siento bella, hoy no tengo líos con mi espejo, hoy no me incomoda salir a la calle”. Ha sido la batalla más grande que he tenido en mi vida porque de mi autoestima ha dependido los hombres con los que me he metido, las relaciones que se han acabado y la vida que he llevado.

Hoy te digo “no tengo líos con mi espejo” y esa vaina no se negocia. Hoy no negocio la paz que he encontrado en mi vida con ningún hombre, hoy no pueden llegar a la puerta y decirme “salgamos a parchar”, prefiero no salir de mi casa, para eso la hice bonita.

Hoy me siento bella, pero ha sido una batalla de años, llanto y estupidez. Creo que la respuesta a esta pregunta es que me siento tranquila y eso es más importante.

¿Qué admiras de ti?

Lo que más admiro de mí es, lo que a la vez siento que es una desventaja, mi sensibilidad. Me gusta y disfruto el sentir, ¡a la puta luna llena! Yo veo la luna llena y eso para mí son cuatro horas de escritura, de silencio y de música. Entonces lo que más admiro de mí es mi sensibilidad y mi forma de llevarla.

¿Alguna vez has tenido una experiencia en la que por ser mujer te hayas sentido vulnerada?

Sí, y es reciente. A lo mejor ha habido más, pero de las que más me ha impactado es esta: Por ser mujer un profesor de un taller al que asistí me dijo: “Te ganaste una beca porque eres buena fotógrafa”. Por ser mujer me dio la beca de tutorías por un año para ser una gran fotógrafa y por ser mujer el tipo comenzó a decir “yo te voy a hacer la mejor, yo soy jurado de ciertas cosas entonces te puedo hacer ganar… pero te quiero retratar, te quiero ver desnuda, te quiero meter a un hotel y te quiero hacer de todo”. Me valió verga la beca y me alejé.

Por ser mujer y por estar en esa época en la que ya me siento conforme conmigo misma entonces no me da pena bailar, ser sexy o sensual. Me gané una beca que no estaban ofreciendo en el taller. A ese desgraciado lo mandé a la mierda.

Yo no necesito ser una fotógrafa famosa por ser mujer.

¿Cómo es tu relación con Dios?

Podría empezar diciendo que es como mi relación con mi mamá. Porque ella me enseñó a querer a Dios, a entender quién era y a entender que habita todo. Entonces mi relación con Dios es narrativa, es descriptiva, es argumentativa. Yo le escribo, converso con Dios. Me levanto a decirle “esta mesa, ese tronco, esta comida, todo esto es gracias a vos”. Mucha gente dirá “no, esto es tuyo, tú estás comiendo porque tú trabajaste”, pero a la final eso que estoy comiendo es una creación divina, de Dios. En mi cabeza no cabe ver una flor crecer y pensar que es solo obra de la naturaleza, para mí todo tiene un toque divino y para mí se llama Dios. Es como mi relación con mis libretas: honestidad total.

¿A qué mujer admiras?

A Celia Cruz (risas). ¡La reina! Admiro a mi mamá y a mis dos abuelas: Matilde y Olga; las admiro muchísimo por ser unas guerreras. En este momento de mi vida admiro mucho a Yaneth Giha, Ministra de Educación. Esa mujer ha cambiado mi vida porque con ella, más que una relación de trabajo, se ha convertido en una maestra. Ella es una mujer muy espiritual y me ha enseñado muchísimo a amarme. Amo con todo mi ser a Frida Kahlo, amo valerse del dolor para crear, aunque no respeto el amor con dolor, a la vez creo que el amor está tan loco que uno ama a pesar de. Admiro a las mujeres amigas que han llegado a mi vida, a todas las que aún permanecen.

¿Qué es lo más trasgresor que has hecho?

Lo más trasgresor que he hecho en mi vida ha sido creer en mí. Definitivamente, es lo más difícil que he hecho. Llegar a mi casa, cerrar la puerta y decir: “hoy fue un buen día, hoy hiciste reír a alguien, hoy abrazaste a alguien, hoy hiciste que alguien hablara de amor”.

¿Qué le dirías a la Lina de hace diez años?

Respétate. Porque no lo hacía.

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¿Una canción? Let it be, The Beatles

¿Un libro? El libro del desasosiego, Fernando Pessoa

¿Un apodo que odiaste? Gorda maleta

¿Tu peor defecto? La imprudencia

¿Qué es la sexualidad? Algo que estoy descubriendo

¿Qué es el pudor? Algo que no tengo

¿Qué es la seguridad? La llave para abrir toda puerta

¿La felicidad? Mi familia

¿Qué te molesta? La mentira, y que la gente no llegue a tiempo

¿Un sabor? Café

¿Una frase? “Salta, luego aparecerá el piso”

¿Una parte del cuerpo? Los ojos

¿Qué te enamora? La vida

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Sigue su proyecto en:

@buscounciudadano

Gracias Lina por retratar la vida y sentirla al máximo.

@mygrlstory

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