Sí es posible
Y sí, la vida cambia, y puede pasar de ser una existencia normal para llegar a ser maravillosa, y eso es un milagro.
Llevo un tiempo sintiendo una especie de brisa tranquila, serena, cálida, casi que pasa desapercibida ante mis ojos, creo que finalmente he empezado a experimentar eso que los ‘duros avanzados’ llaman calma. La vida tranquila sí existe y creo que el estar acá hablando de ello es una epifanía de lo más cercana.
Pasó la Luna Llena en Piscis, por dónde uno leía se mencionaba lo emocional de esta lunación, lo confrontante y liberadora que es. Es una luna potente porque pone en evidencia realidades que uno no quiere ver, a veces ver la realidad tal cual puede ser muy doloroso pero, ¿qué pasa cuando la realidad es más que afortunada y no hay mucho, casi nada por qué sentir pena, qué pasa cuando hay una extraña calma, es esto posible?
Piscis es un signo de agua, emocional como él solo, es un signo mutable (de dejar ir y soltar) y el último de la rueda zodiacal. Se dice que con Piscis se disuelve el ego pues esa es su función, fusionar el ser con el cosmos y llamar a la unidad, todo lo contrario a su otra cara; la auto conmiseración y victimización, el miedo y la falta de amor, amor propio y amor por la existencia misma. Debo confesar (y de hecho tenía esta conversación con una amiga) que hay un poco de masoquista en mí (ya no tanto como antes), es decir, viví mucho tiempo acostumbrada a ‘vivir triste’, sí, la maldición del emo la llamo yo ja, ja, ja.
Hablaba con una amiga y ella me decía ‘pero bueno, ¿tú qué ves en mi carta? A lo que yo respondí ¿te digo algo? Veo una gran transformación, muchos cambios pero te siento tranquila, creo que todo está en calma. Ni ella ni yo lo creíamos, ¿todo en calma? ¿Dónde está el drama? ¿De verdad es posible que no haya drama? Sí, entendí que a veces es más fácil aprender a vivir en medio de la crisis que navegar aguas serenas, hay que creérselo, la vida puede ser tan belicosa como apacible.
Siendo honesta para mí esta luna fue maravillosa y reveladora porque, pese a que escribí sobre todo lo dramática y turbulenta que podía llegar a ser, para mí fue una luna dónde interioricé el hecho de que tal vez estoy viviendo una época de calma. Sí, la vida tranquila también existe (y no hablo de vida sin problemas o retos, hablo de calma).
¿De verdad me lo merezco?
Sí, uno se lo merece, así las noticias digan que todo es un caos, así el periódico esté lleno de muertes e injusticias, la verdad es que tanto usted como yo nos merecemos experimentar el éxtasis que emana de la tranquilidad, el descanso que da saber que se hizo lo que se debía hacer, esa vida SÍ existe; esa es la otra cara de la Luna Llena en Piscis.
Piscis no es solo llanto, también es el retorno a la verdadera naturaleza del ser desde la sencillez y la humildad, entendiendo el papel que cada quien juega en este plano, es todo lo opuesto a la manipulación, el miedo y el desamor. Las aguas de Piscis son sublimes, su emocionalidad puede ser la de fundirse en comunión con el Universo a través del obrar desinteresado o, la de fundirse en una tragedia al estilo La Dama de las Camelias.
Las dos caras de la Luna de Piscis las separa una línea tan delgada que puede llegar a ser confusa, como la naturaleza de este signo. Es muy diferente llorar para sanar y liberar, para drenar pero con acción, ‘acepto que me siento mal, lo asumo, lloro pero me paro y hago algo al respecto’, eso es la cara del amor incondicional de Piscis, la cara del usar el dolor como cemento para construir un nuevo castillo, más fuerte y con cimientos seguros. La otra cara es la del llanto infinito paralizante, la que lleva tristemente a los suicidios, las depresiones severas (temas muy característicos en cartas natales afligidas, por ejemplo Luna, Venus y Neptuno mal aspectados), esa que sumerge al ser en lo profundo de la victimización y culpa, aquella que impide asumir responsabilidad, que va de la mano del miedo y de la falta de amor propio, esa es la cara del drama en la moneda de Piscis.
Debo confesar que llegar a este punto no ha sido fácil, efectivamente cuando empezó la Luna Llena (estaba pendiente del evento) no podía creer que de verdad me sintiera tan serena, dentro de mí busque mil motivos para llorar, mil motivos para sentirme triste y miserable (el auto saboteo que llaman); aquello del merecimiento y sentirse digna y benemérita de la plenitud es todo un tema, uno puede estar tan acostumbrado a vivir a mil que cuando se va a velocidad lenta parece todo un fenómeno. Entonces lloré, lloré viendo una foto de mis papás que tengo en un altar, entendí que después de todo, me dieron lo que pudieron darme con todo su amor y con su nivel de conciencia, hicieron y dieron lo mejor. No paraba de llorar, fue refrescante, como pocas veces en mi vida lloré de agradecimiento, estupefacta ante lo que yo llamo ‘máximo hippismo’; lloré de felicidad y tranquilidad. Y no, no es que no tenga problemas, me levanto todos los días a mirar como saco el conejo del sombrero, me levanto a mirar como pago mis deudas, me levanto a llenarme de motivación, me levanto a seguir reafirmándome en este camino que decidí andar, no es que no hayan retos, los hay, solo que sentirse miserable HOY no es una opción (no sé qué pase mañana).
Quería escribir sobre crisis, quería escribir sobre dramas y traumas (tal vez es eso lo que hoy me corresponde soltar, esa etiqueta con la que aprendí a identificarme), pues bien, hoy le doy la oportunidad al asumir que la tranquilidad existe, hoy mi reto es aprender a sentirme merecedora de ello, después de todo, así como me gané mis cachetadas hoy me corresponde la cereza del pastel. Sí es posible.
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