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Mi #yo de veinte años

¿Qué no haría?

Estuviera hecha, sirve hasta de buen hashtag #EstuvieraHecha

Que se ponga pilas, que estudie verracamente, que cree una “empresita”.

Que no se quede en la casa ni por el “·$%$%&”, frases que mis papás dijeron cuando les pregunté qué le dirían a su yo de 20, NÓTESE el grado de inocencia.

Cuando comenzamos una “vida adulta”, es algo emocionante porque tenemos la libertad que queríamos a los 15, y aterrador porque no queremos envejecer y olvidar el niño(a) que todos llevamos dentro; nos coloca en una perspectiva distinta ante nosotros mismos, ya no vemos con los ojos de la inocencia, ya olemos diferente, poco comemos gomitas de oso y ya hacemos “EL OSO”, o en mi caso “TRÁGAME TIERRA”.

A los 20 años no sabía que lo anormal podía ser considerado como “normal”, a los 20 no sabía que podía perdonar grandes o pequeñas diferencias o “cagadas“ que me podían hacer los demás, como que una amiga salió con el chico que me gustaba y resultaron siendo novios, o el profesor que me tenía bronca porque a los días se me iba a olvidar haciendo copia en el examen y aprobando la materia o saliendo con otro chico mejor que el anterior.

Negar la crisis de los 20 es como si nunca hubiéramos orinado en una piscina, o jugado STOP y un poco más arriesgado “tin tin, corre, corre”.

Olvidar aquella época de los 20 es olvidar aquella sensación que queda en los dientes después de que nos quitan los braquets, a los 20 no sabíamos lo importante que es tener una familia, una mamá que aún nos espera con la comida favorita y mejor aún calientita, y un abuelo que diga “Yo de mayor quiero ser joven”.

Le pregunté a mi abuelo que si todavía recordaba sus 20 años y me respondió con una sonrisa en la cara, un poco picara su mirada recordando 62 años atrás cuando en su época era muy normal estar casado y con hijos; me respondió: claro que sí, mis años “mozos” así los llama él, esos años donde se conquistaba con una rosa, un poema y una invitación a helado, no daba para más, tal vez no me entendió muy bien mi pregunta de ¿Qué le diría a su yo de 20 años? O más bien yo no sé hacer bien las preguntas, porque me respondió lo que le hubiera gustado saber cuándo tenía 20. En resumen, dijo que le hubiera encantado saber que podía equivocarse más, que no todo tenía que ser perfecto, que “nada” es tan importante como la familia, que no siempre la mejor respuesta es un SÍ, que también existe el no, porque un NO honesto es más que un SÍ que no es certero, la verdad yo solo lo escuchaba, observaba cada una de sus arrugas que no son más que experiencias vividas y derrotas olvidadas, entre risas y silencios para que él recordara tranquilamente me puse a pensar:

"¿Qué me hubiera gustado a mí saber a los 20 años?" Entonces inmediatamente pensé dos cosas, primero la importancia del instinto, esas frases que nos dicen por ahí “escuche su voz interior, guíese por su instinto" ¿A quién no se lo dijeron? Y si no pues acá se lo escribo: El 80% de las veces tendrán razón para bien o para mal, ¿recuerda esa vez que alguien le dio mala espina? ¿O fue a un lugar y le dejó una sensación de Deja vú? La mezcla entre su mente y corazón tendrán la respuesta.

La segunda: me hubiera gustado saber que podía tener tiempo para mí, y yo sé que se preguntarán ¿cómo así? A los 20 todo el tiempo es para uno, solo es estudiar, estudiar y estudiar. Pero no, los 20 son aquella época donde se tiene que demostrar profesionalmente de que se está hecho, desvelarse pensando en si es o no la carrera correcta, sentir un colapso mental, llegar antes que todos, sacar copias, hacer de chofer, mucama, paseador de perritos, asistente y así buscar tiempo para usted, cuando digo tiempo para mí, no me refiero a tirarme en la cama todo el día a ver Netflix (yo lo hago, es inevitable) me refiero a que haga cosas que lo apasionen y que lo hagan feliz, suena cursi pero es así.

El tiempo se puede ver mucho cuando se tiene 20 porque creemos que no vamos a pasar de ahí, pero el tiempo pasa rápido y no es que tenga 40 años (tengo 24), pero ya voy sintiendo el cambio.

Bueno, y así entre risas e historias con mi abuelo, me terminó diciendo que le hubiera gustado saber cómo ser buen papá a los 20, que el tiempo va en patines y vuela como una hoja de papel.

Y dando por terminado esos años” mozos” , yo sí le diría unas cuantas cositas a mi yo de 20 años; cuando nos enamoramos y sentimos que flotamos como si estuviéramos en una yema de huevo, ¡d-i-s-f-r-u-t-e! No es el amor de su vida, ese ex novio que aún duele , ese que nunca piensa que va superar, un día le va a dar risa, así como cuando se acaba el cereal y va por otro más rico y nutritivo, no hay nada de qué arrepentirse, ame los errores pero no cometa los mismos, cometa otros, no hay necesidad de caerle bien a todo el bendito mundo, ni que fuéramos un billete de 50 o un vasito de agua que no se le niega a nadie, no está gorda, flaca, fea como se imagina, no se de tan duro, un día verá las fotos y querrá volver a tener esa carita. Bese más, experimente, déjese llevar por el momento, sienta, no pasa nada al día siguiente no recordará sus nombres, ría y “chille” cuando tenga ganas, vístase como quiera que al fin y al cabo la van a criticar, no espere la edad correcta para tomar riesgos, sea friki, raro, RBD, pero SEA, adquiera cultura, LEA; pero eso sí, conozca el guayabo y baile hasta que se le pare el ombligo.

“En esos 20 años bailar, tomar, trasnochar y que no falte la chupada de trompa para que valga la pena la pela, y disfrute. Aproveche el tiempo, porque el tiempo perdido lo cobra Dios; dicen ellos”.

@camilaconc

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