MAGDALENA CUBIKOVA #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA
¿Quién es Magdalena?
Mmm… pues yo soy Magdalena (risas). Soy cantante de una banda que se llama CocóNonó. Estudié artes plásticas pero toda mi carrera la enfoqué en la música. Hago música desde que soy pequeña, me ha gustado siempre. Vivo en Teusaquillo, tengo un perro… esa soy yo.
¿Cómo creciste?
Crecí en una gran familia, con muchos hermanos: somos cinco hijos en total, cuatro chicas y un chico. Cuando mis papás se separaron mi mamá tuvo un novio por mucho tiempo que tenía cuatro hijos, entonces mi casa estaba llena de gente todo el tiempo (risas) y de mucha música porque mi papá es director de orquesta entonces había muchos instrumentos —piano, guitarras, batería...—. Crecí con mucho juego y con mucha música.
¿Cómo fue crecer con tanta música alrededor?
Creo que es una parte fundamental de cómo me formé, de mi interés por las artes. A veces sentía un poco de presión por algunas cosas. Yo estudiaba piano clásico y hoy en día a veces me arrepiento de no haber sido pianista y que mis papás no me presionaran más con eso, pero bueno finalmente mi destino fue otro. Creo que me dio miedo y por eso no estudié música, por sentir que no era capaz.
¿Sentiste alguna diferencia en la manera que te criaron a ti y tus hermanas, frente a cómo criaron a tu hermano?
Si había una diferencia. La situación es un poco compleja: mi hermana mayor no es hija de mi mamá, sólo de mi papá. Sin embargo, mi mamá la crió porque vivía con nosotros. Mi papá la tuvo a los 23 años y con ella todo era algo nuevo, él era un novato. Él es hijo único, criado en Bogotá, entonces siento que él fue muy duro con ella en muchas cosas. Después con Pablo no recuerdo que pasara nada heavy, mi hermano siempre fue un ñoño, estudiaba música, matemática, filosofía, era súper juicioso entonces con él nunca hubo ningún roce; en cambio con las chicas sí: a dónde sale, con quién sale, cómo se viste, quién es el novio… Obviamente con el pasar de los años y de las hijas mi papá fue cambiando y siendo un poco distinto. Por ejemplo con Emilia, que tiene 16 años pues obvio no es tan severo como con Adriana la mayor.
¿Por qué crees que se dio ese cambio?
Yo creo que es porque las cuatro experiencias han sido distintas. Cada una de nosotras somos diferentes pero en general somos juiciosas, nunca hemos tenido un desvío así como de mucha oscuridad o de hacer cosas que mis papás pudieran decir “juepucha que preocupación tengo por ella que está mal”. Creo que es algo de la configuración de la sociedad en la que estamos aunque siento que poco a poco se ha ido abriendo con temas como la diversidad. Mi papá si tiene algunos pensamientos conservadores, pero por ejemplo mi hermana trabaja con diversidad sexual y habitantes de calle, yo decidí vivir de la música, mi hermano es filósofo, y matemático… mi hermana mayor es bailarina contemporánea y decidió no casarse ni tener hijos -eso al comienzo le dio reduro a mi papá, pero con el tiempo ha entendido que ella es feliz así-…Mi mamá es todo lo contrario, ella es húngara pero nació en Chile cuando mis abuelos tuvieron que venir a Latinoamérica por la guerra, después se devolvieron a Europa, entonces mi mamá tiene una mezcla reloca porque tuvo algo de latino cuando era muy pequeña, pero tiene toda otra parte súper europea, de mente abierta. Ella siempre nos dejó hacer lo que quisiéramos, confió en nuestras decisiones y esto es súper importante en toda la configuración de la historia.
¿Cómo es la figura maternal en tu familia?
Uf! Mi mamá es un ser mágico, es una guerrera totalmente. Llegó a este país casada con este señor súper conservador pero director de orquesta, súper artista también pero dentro de una sociedad “fifi”. Ella empezó a trabajar en el Banco de la República, fue directora del Museo… Después de separarse decidió quedarse acá porque le encantó y porque acá construyó su vida. Ahora trabaja independiente, ha sido profesora de la Nacional, de los Andes, ha trabajado con el Festival Iberoamericano de Teatro, lleva como 20 años traduciendo para la Ópera de Colombia, está muy metida en ese mundo artístico… ¡Realmente guerrea un montón! Es muy hermosa.
¿Cómo surgió CocóNonó y todo su universo musical?
Jum, pues como te contaba estaba estudiando artes plásticas pero todo mi enfoque siempre giraba hacia la música. Empecé a cantar, me metí a un ensamble y empezaron a llamarme muchos de los que estudiaban producción para cantar en sus trabajos, y yo iba feliz al estudio y grababa la voz de lo que fuera. Un día un profesor que se llama Ernesto Santos –también productor musical- oyó mi voz. En ese tiempo ya conocía a Natalie que es mi amiga con la que fundé el grupo -ella es contrabajista-, con ella hice servicio social y desde ahí tuvimos una química rebonita. Buen, este profesor sabía que tocábamos y nos contó que unos amigos iban a montar un restaurante y nos invitó a tocar ahí. Ese lugar es “El Bandido”, ahí fue donde yo empecé a tocar en vivo. Eso fue como en el 2012-2013. Tocábamos con un pianista, divino, ¡era un genio! Nos dijo que nos organizáramos, que nos pusiéramos un nombre, que hiciéramos tarjetas y fotos y mejor dicho… (risas). Nosotras inexpertas pero soñadoras, lo hicimos. El nombre surgió de una conversación telefónica idiota, porque Natalie dudaba mucho y yo le dije “usted si es todo coco no no a todo” y ella “si pongámonos CocóNonó”, y así fue, nos pusimos ese nombre. Nos empezó a salir mucho trabajo en matrimonios, en cumpleaños… Después Natalie se fue y de ahí en adelante la banda ha tenido muchos capítulos y gente (risas). Ahora yo soy la banda, lo nuevo que se viene y todo va a estar más concentrado en mí y en el empoderamiento femenino. Ha sido aterrador porque ahora todas las decisiones las tomo yo, pero también me ha hecho mucho bien y estoy en un momento creativo muy chévere por eso.
El jazz y el rock and roll que hago ahora los descubrí ya adolescente. Mi hermano es una ficha importante porque siempre fue muy ejemplo. Somos cuatro chicas y yo soy la siguiente a él, y él siempre quiso que yo fuera chico cuando mi mamá estaba embarazada…y nací yo… niña (risas)... entonces yo fui la niña/niño siempre y él era para mi súper influyente en cuanto a música y gustos. Yo lo vi pasar por un montón de etapas como skater y rap, después punk y después rock progesivo y después jazz… entonces sí, él me influenciaba bastante. Como a los 11 yo empecé a oir a los Stones, el papá de una gran amiga mía era súper rockero me pasaba discos –en esa época que uno quemaba discos y los pirateaba (risas)-.
¿Cuál es el siguiente paso?
Es un nuevo disco y una estética más trabajada y más profunda de lo que soy, lo que quiero decir y quiero compartir. Desde la paleta de color hasta lo que dicen las canciones, la forma en cómo quiero moverme y a dónde quiero viajar. Es duro, pero creo que se trata de idearse un plan y como ir paso a paso y lograrlo.
¿Qué te motiva a levantarte todos los días?
Me motiva ser afortunada con la vida que tengo. A veces uno se queja, y yo me quejo, pero me gusta mi vida y me doy cuenta que yo la he construido y eso es chévere. Y algo tan básico como mi perro Sultán me motiva a levantarme, mis amigos y mi familia también y, sobretodo, que sigo queriendo perseguir mis sueños: los escenarios que quiero pisar, la gente con la que quiero tocar, los artistas que quiero conocer… Entonces sí, desde mi perro que literal lo hace como “guau” (risas), porque él me hace muy feliz, hasta CocóNonó que ha sido mi escuela y me ha enseñado tanto que ahora tengo muchas ganas de poner en juego todo eso que he aprendido.
¿Qué es la feminidad para ti?
Pues… no sé cómo describirlo. No sé si es una sustancia o algo que tenemos todos los humanos en diferentes cantidades, y también creo que los mismos humanos la hemos polarizado. Todos tenemos algo de masculino y algo de femenino. Creo que es un poder, son otros sentidos que tienen los humanos –todos no sólo las chicas-. Puede ser como un poder o un sentido.
¿La sientes en alguna parte de tu cuerpo?
No sé, de pronto en mis pechos, en mis manos a veces también… no sé, yo creo que soy un poco masculina a veces (risas)... me toca pensarlo un poco más. Creo que algo femenino sería mi intuición y mi inteligencia, en lo que siento de las personas y en la sensibilidad – soy extremadamente sensible, lloro por todo-.
¿Y la masculinidad?
Uf no sé… puede ser una gran confusión todo por lo que te contaba de cómo crecí en un ambiente muy femenino por ser tantas chicas, mezclado en la manera que era mi hermano conmigo. Yo soy fuerte, tengo huesos fuertes, pero no sé si eso necesariamente es masculino o no (risas), o si es lo que la sociedad te ha instaurado. Tengo que elaborarlo un poco más.
¿Qué admiras de ti?
Uf!... Me cuesta a veces, soy muy autocrítica y me doy reduro, estoy en una terapia ahorita con una señora muy chévere que te hace unas vainas corporales. Ella dice que es escarbar la basura que uno tiene adentro y botar lo máximo que uno puede. Te hace subir, bajar, tirarte, pegarle a una raqueta, en fin. Eso me ha hecho tener unas seguridades que antes no tenía. Esto es súper personal obviamente. Eso y la independencia, soy una persona que vive del día a día y lograr organizarse con eso es algo que admiro de mi.
¿Te sientes bella?
Si, me siento bella. A veces menos que otras. Tengo traumas importantes de infancia relacionados con el cuerpo y el sobrepeso. Pero lo he trabajado mucho, cada vez me siento mejor y más linda como soy. De verdad me gusto. Veo mucho la belleza en las chicas, todas me parecen muy guapas y eso me hace decir “tu también”. Creo que se trata de trabajarse, de buscar en dónde está y cómo sacarlo, porque sino uno ahí a los 50 años sintiéndose mal, hay que sacar esos monstruos.
¿A qué mujer admiras?
Uf! A tantas… Desde Juli, Cami, a ustedes por lo que hacen, soy súper fan totalmente. Más grandes…Natalia Lafourcade, artistas callejeras como Lili Cuca, que es una chica increíble, el ícono clásico de Andrea Echeverry. A todas las chicas trans que ahorita están pasando por ese duro y largo cambio en el que la sociedad las está empezando a aceptar mejor; todas las chicas que trabajan por los derechos de la diversidad sexual… eso por ahora (risas).
¿Qué es lo más transgresor que has hecho?
He robado limones en Carulla (risas)… He estado en muchas marchas indígenas, en mingas. Me metía al salón de biología a mirar los fetos. Algo así como político no siento que lo haya hecho, pero si he apoyado muchas causas. He tocado en la Cárcel de Mujeres, he tocado en el Idipron con chicas trans y habitantes de calle. He rapeado en Transmilenio (risas) y fue muy bueno. He cantado en buses… (risas)
¿Cómo fue la experiencia de tocar en la Cárcel de Mujeres y los demás espacios que mencionas?
¡Fuertísimo! Pero la sensación de compartir la música con cualquier ser y sobretodo en un lugar de estos en donde tu ves gente que ni idea qué es lo que han hecho pero que están en condiciones muy duras, chicas que han vivido cosas innombrables o inimaginables, todo eso ha sido rico para el aprendizaje pero muy fuerte al mismo tiempo. Es increíble que se acerquen y te den las gracias, es hermoso. En la Cárcel fue chévere porque se estaban graduando de sus carreras entonces fue feliz. En el Idipron fue diferente, por ejemplo había algunas súper rayadas porque no les gustaba la música, y cuando les preguntabas se armaba una discusión porque a unas les gustaba el rap a otras el reggaetón, en fin…terminamos jugando fútbol (risas). Son experiencias que te marcan la vida porque entiendes que en este mundo a situaciones muy duras y que hay gente que la pasa muy mal. Tener esos espacios con ellos es muy chévere. También toqué cuando se aprobó la Ley del aborto, eso también fue poderoso e importante. Y estuve en el video que se llama “Poder elegir” con Wendy Sulca y otras cantantes de otros países*.
¿Alguna vez te has sentido en desventaja por ser mujer?
Sí. No sé, es muy loco porque a veces uno no se da cuenta, como que después se despierta y dice como “esto fue una cosa muy paila y pasó por ser chica…” Desde jugar fútbol –lo jugué mucho en el colegio y con los manes se sentía ese raye- hasta en la música en donde me ha pasado siendo una chica y trabajando con cinco manes, el desbalance es súper fuerte… En conversaciones en un ensayo, la atención puede que no me la den porque yo soy una chica, me he sentido ignorada a veces. He trabajado mucho en eso y ahora no me pasa. Vulnerada me he sentido con piropos en la calle, es lo más asqueroso. Me han pasado cosas muy densas, como que un man se masturbó desde su carro –fue horrible-. También tuve una pelea, iba en bicicleta y un man pasó y me dijo “Qué culo” y yo me fui a perseguirlo y a gritarle por la ventana. En esas situaciones uno queda como “qué pasó aquí”, como que uno no entiende… Me acuerdo que me sentí muy mal, llamé a Pablo llorando.
¿Qué le dirías a la Magdalena de hace 10 años?
Uich, ¡lo he pensado tanto! Otra vez dándome un poco duro… le diría que sea un poco más disciplinada, que todo va a estár bien, que voy a poder cantar. A veces digo “por qué no hice las cosas más rápido” pero pues todo a su tiempo. Le diría que no fiestara tanto (risas) y que no tuviera tanto miedo porque creo que siempre sentí que necesitaba un chico porque me daba miedo estar sola… ahora estoy en una relación súper loca, llevo con mi novio casi dos años y somos muy independientes. Creo que la vida me lo puso así porque tengo que creer más en mi. Me ha enseñado mucho. Le diría a la Magdalena de antes que se relaje un poco.
¿Una canción? My Game, Deluxe
¿Un libro? La elegancia del erizo, Muriel Barbery
¿Un apodo que odiaste? "Pragda"
¿Tu peor defecto? Obsesiva con la limpieza
¿Qué es la sexualidad? Algo íntimo que compartes con el o los que escoges. Es algo muy rico (risas)
¿Qué es el pudor? El miedo a descubrir cosas y que gusten
¿Qué es la seguridad? Es algo fuerte a lo que te aferras o no
¿La felicidad? Momentos bonitos que te da la vida
¿Qué te molesta? La impuntualidad, el descuido y la violencia
¿Un sabor? Yerbabuena
¿Una frase? "Yo soy Fancy callejera"
¿Una parte del cuerpo? El pecho
¿Qué te enamora? La dulzura
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*Mira aquí el video “PODER ELEGIR”
Magdis, fancy por siempre. Que el mundo se siga contagiando de toda tu magia. Gracias por este espacio.