BRIGITTE BAPTISTE #BOLDWOMAN #TODOPODEROSA
¿Quién es Brigitte? Seguro te lo preguntan mucho…
Brigitte es una persona que renació hace unos 16–17 años, con motivo de que no podía seguir viviendo, o mejor, no podía seguir existiendo sin darse a conocer. Yo siento que nací siendo Brigitte, nací con una perspectiva femenina de muchas cosas y me costó mucho trabajo no haberla asumido desde el inicio. Brigitte es la persona que se liberó de la cáscara anterior o como dicen los indígenas del Amazonas —que me conocieron como “Guillermo” 30 años antes mientras hacía mi tesis de Biología—: “esta cambia’o, como la chicharra”. La chicharra vive durante años bajo la tierra, luego con ciertas condiciones, se sube a un árbol, se quita la piel y sale volando. No digo que soy una mariposa para que no digan que soy creída (risas). Es eso, una faceta de la persona que soy, que tuvo la oportunidad de hacerse visible y que su alimento fue la feminidad. Me resisto al uso de la palabra mujer —que bien que lo hayas planteado al principio—, pues me cuesta afirmarme como mujer, ya que eso representa una categoría estereotípica o biológica, que reduce derechos y posibilidades. Cada quién la construye. Pero la concepción de lo femenino, sí. Es un descubrimiento, una construcción cultural e histórica que nos hace pensar acerca del cuerpo, las relaciones sociales. Para mí la noción de lo femenino es absolutamente liberadora, renovadora; me permite ser yo misma, explorar el mundo con otras capacidades. ¿Cómo no recomendarle a todo el mundo que se feminice? Es la broma que hago siempre (risitas).
¿Qué implica feminizarse en tu mundo?
Implica libertad. Cosa curiosa. Lo tomo del movimiento feminista de los años 60s y 70s, como una profunda crítica a los lugares obligatorios. Las mujeres de entonces se resistían a ser condenadas a habitar un rol, un papel o un cuerpo. El feminismo es un llamado a la libertad, a la autonomía, que pone en juego las categorías. Por supuesto soy un cuerpo, pero no soy el cuerpo que alguien más quiere, no tiene el derecho a definirlo; por supuesto que soy parte de una familia, pero tú no defines de qué clase de familia hago parte… Ni mi sexualidad, ni mis derechos reproductivos, etc. Esa rebeldía feminista, aplicada a cualquier persona es muy válida. Cuando yo la veía en mi infancia —yo nací en el 63’ y alcancé a vivir algo de la revolución del 68’, el movimiento Hippie y otros movimientos contraculturales— la afirmación de “soy dueña de mi cuerpo” era poder buscar ser hermosa sin necesidad de conformar con mi belleza. “Mi belleza no está para darte gusto”, es una polémica aún muy vigente. A veces me preguntan: ¿Cómo es tu relación con los hombres? ¿Por qué no eres homosexual? Y mis respuesta es que mi orientación sexual es mi esposa, no es otra cosa. Yo no necesito un hombre para sentirme mujer y creo que ninguna mujer lo debería necesitar. Es indignante que reduzcan a una mujer a eso. Estoy segura que si yo quisiera que me gustara un hombre lo haría. Pero para sentir que soy una persona plena, autónoma y con capacidades de satisfacerme, busco lo que me gusta. Yo soy Brigitte, por Brigitte Bardot. El mensaje erótico que llegaba de ellas nos pegó muy duro a todas las chicas trans de la época. Proponían una perspectiva distinta del ser mujer. Claro, no están libres de reafirmar otro tipo de estereotipos, pero luego uno tiene el deber de reposicionarlos y retomarlos. Finalmente son reproducciones artísticas. Nada es blanco y negro. Desde el punto de vista femenino, todo es distinto. Como mujer, puedo descubrirme. Debato con las compañeras, sobre todo las sardinas, que necesitan la afirmación, el reconocimiento de la sociedad. Pero lo entiendo, venimos de mucha represión, violencia y machismo. Para mí, en este momento y sobre todo cuando logré entender y salir del closet —yo salí del closet con toda la ropa que tenía guardada en el closet (risas)— que todo es un juego: de la moda, la estética… Ya estoy completamente desactualizada, de hecho soy completamente retro (risitas). Estoy sujeta a mucho escrutinio.
¿Cómo afecta el machismo a nuestra sociedad?
El machismo es una enfermedad sociológica. Es una enfermedad del colectivo, y a los hombres les causa un dolor profundo. También a ellos los restringe. El machismo nos afecta a hombres y mujeres por igual. Es una disciplina que pretende organizarnos bajo unos parámetros que ya no tienen ninguna vigencia. Hoy en día uno puede ser lo que quiera ser, y ese nivel de libertades puede ser angustiante para muchos. Sobre todo ahora, que estamos en esta discusión de la ideología de género. “Usted no puede dar clases en un colegio de niños, porque usted es peligrosa”, “usted no puede poner en duda a quiénes somos hombres y mujeres”, y yo me pregunto: ¿Cuál es la utilidad social de la diferenciación entre hombres y mujeres? ¿Para qué es importante hoy en día? Todos me miran horrorizados. ¿Es que acaso solo buscamos relaciones sexuales correctas? O relaciones llenas de sentido, enriquecedoras. Finalmente ahí la anatomía es secundaría. Por qué hay que afirmar la vagina, el pene, el pelo largo o las uñas pintadas si a la larga es lo que menos importa. Poner en cuestión la relevancia de esto en una sociedad que cree en estos limites, es muy delicado.
El lenguaje es importante. ¿Cómo podríamos definirnos si no lo hacemos dentro de estos binarios?
La carga histórica en el lenguaje es muy grande. A mí me regañan por escribir con @. Yo lo hago porque es importante marcar la irrelevancia del género en el lenguaje. De aquí que el lenguaje evolucione hacia formas más neutrales o distintas —no sé cómo puedan evolucionar—, pasarán generaciones probablemente. A mí me gusta vivir en femenino. Provengo de la historia, es importante. Me gusta que me respeten, no que apoyen pero que lo respeten. Hay que considerar que hay unas voluntades, por ejemplo, a mí me gusta ser Brigitte en este mundo. Hay personas que incluso no les gusta ser identificados, en mi caso sí. Es el acto liberador de mi vida personal.
¿Cómo fue crecer en tu casa?
Yo soy bogotana, de Teusaquillo, la Soledad. Mi papá es muy cachaco, mi abuelita rolísima, de sociedad muy parroquial. Mi mamá al contrario catalana, con mi tía, hijas de refugiados de la guerra civil española, totalmente anarquistas… Entonces de esa mezcla qué se podía esperar. Estudié en el Refous, ahí me acabaron de tarar (risitas). Yo creo que fue una vida auto-reprimida. No puedo decir que mis papás lo hicieran. Siempre han sido muy especiales. Era más una cuestión de no sentir que eras parte y que no podías salirte del molde. Si yo quería expresarme, y lo intenté, era un imposible en los 70s. Mi hermana era mi cómplice, pero aún así tenía sus límites. De haberlo intentado en esa época hubiera podido ser una bomba atómica. Si para una adolescente quedar embarazada significaba el fin de la vida —no estudiar, rechazo, etc.—, que un chico decidiera vivir en femenino pues… En esa época ni se hablaba de cambiar de genitales. Mi pregunta siempre era “¿y si lo hago para dónde cojo? Yo quería estudiar, quería ir a una universidad, me apasiona el conocimiento. Entonces decidí cancelar esas expresiones para concentrarme en la mente, y por supuesto eso deja una herida. Incapacidad para expresarme, para relacionarme con la gente… El cuerpo queda reducido a ser un robot. De todas formas uno nunca deja de ocultar quién es uno 100%, para eso están las amistades, afortunadamente. Con el tiempo cada vez fue más importante la presencia de estas personas. Va uno madurando, hasta que uno no puede negar quién es y asumirse plenamente. Cuando murió mi hermana —hoy hace 17 años— (pausa). Fue devastador… Uno se muere, uno se acaba (ojos aguados). Uno debe cada día ser la persona que debe ser. Eso me hizo reconfigurar muchas cosas en mi vida, y ahí renació Brigitte.
¿Hay algo de Luis Guillermo que extrañes?
No, fue una liberación completa. Yo no me imagino a mí misma de otra manera. Si hubiera tenido los recursos, la información como la hay hoy en día, mi historia hubiera sido completamente distinta. De golpe, ahora sería una operaria en otro ámbito… La Brigitte proviene de un proceso muy enredado, por eso tiene la voz que tiene y se ve como se ve. Soy muy híbrida. En medio de la diversidad que se expresa hoy en lo público, e incluso colegios que lo permiten, hay mucho espacio para construirse. Lo veo con alegría y me preocupa muchísimo que se insista en la discriminación o adoctrinamiento de género. Enseñarle a ciertas personas que “tienen” que seguir cierta ruta es dolorosísimo. Yo tengo inscrito en la piel ese tema de “usted es un hombrecito” y “tiene que”, pero también tengo el dolorcito de mi hermana y de muchas chicas… Todo ya lo vemos en todos. Relaciones de pareja, violencia intrafamiliar… Ahí estamos pagando el precio. El hombre tiene que acudir a la violencia para poder expresar su “hombría” y descontento y no a poder pintarse el pelo e ir de compras.
(Paréntesis)
¿Qué nos dice el azul del pelo? (Lo tiene pintado de azul)
(Risas) No, no. Me llevo cambiando de color el pelo hace 20 años. Me encanta la variación, explorar. Uno tiene épocas. Ahora me quiero tatuar, ya tengo diseñada la manga pero no tengo tiempo, ahora tengo la plata pero no el tiempo (risas). Me encanta la libertad de la feminidad para abrir el closet y decir: “¿Cómo quiero verme?”. Me encanta la moda, el color. Es un ejercicio de exploración estética y de goce.
¿Qué es lo más masculino en Brigitte?
Emocionalmente, encontré un equilibrio importante que proviene de ese autismo emocional de los hombres junto con la capacidad de expresar con libertad lo que siento y pienso. Eso me ha servido para vivir con más tranquilidad y alegría. Tengo cierto nivel de “asertividad” que probablemente proviene de ese autoritarismo masculino, un poco moderado… Aunque Adriana me dice que sigo siendo muy creído (risas). Adriana, como cualquier pareja, me ayuda a sentir mis contradicciones; me ayuda a construir nuevas armonías… Lo masculino y lo femenino no viene en frasquitos medidos, entonces la mezcla es impredecible y está en todo el contexto. En una situación de solo hombres me siento como mosco en leche, “aquí no cuadro”. Por ejemplo, la molestia que me producen los chistes sexistas es total. Puedo decir que nunca participé en ello. Esa complicidad me pareció insoportable, aunque tampoco participé en el otro lado. Eso me ha hecho muy “ensimismada” (risitas). Pero también en una audiencia de solo mujeres, tengo claro que también soy distinta. De igual forma cada quién en su contexto tiene estas confrontaciones. Te parecerá a ti a menudo: tú tan linda y tatuada… “Las niñas lindas no se portan así” (risitas). Todo está medido por acciones que ratifiquen ese llamado “poder”. Todo el tiempo tengo esa conversación con mis hijas: ¿Qué quieren ser? Yo soy la persona con menos autoridad en el mundo para decirles qué hacer, ponte, hazte… Yo les tomo mucho del pelo y trato de reírme con ellas acerca de sus elecciones. Lo importante es que estén seguras de lo que hacen mientras no se lastimen… Incluso si se lastiman, ahí estamos los padres, para tenerlas protegidas. Yo trato de no joder (risitas). Mi hija mayor es bastante salvaje, y si la molesto reacciona. La menor es distinta, tiene otra percepción, aunque ambas son muy autónomas. A Adriana y a mí nos implica una negociación colectiva impresionante. Somos 4 femeninas en la casa. En mi casa tomar decisiones es complicadísimo (risitas). Nadie tiene la autoridad para exigir.
¿Cómo conviven tus hijas con esta realidad?
Muy espontáneamente. Han crecido en un medio que les da mucha libertad. Escogimos muy cuidadosamente su colegio. Sería contradictorio que estudiaran en un colegio solo femenino o religioso. Pues no. El colegio en el que están tienen esos espacios para ser. Lo que les hemos puesto es espontaneidad, para entender, explorar. Yo creo que están contentas. Ya han ido encontrando sus identidades, y seguro en un momento no se soportarán pero bueno, es el proceso. Yo les digo: “Frescas, que todo el tiempo estamos en metamorfosis”.
¿Quién inspira a Brigitte?
Pues realmente, muchas… No soy seguidora de íconos o idolatrar a nadie. En la diversidad hay tantas cosas… Vivo en el mundo de una manera muy caótica. Pero me fijo mucho en la cotidianidad de las mujeres a mi alrededor. Me fijo en las mujeres que trabajan conmigo en el instituto, sus contextos y cómo se construyen como mujeres en su cotidianidad, cómo encuentran su camino e incluso cómo no lo encuentran. Yo he sido privilegiada, pude pasar de una vida masculina, tradicional y clásica a una femenina, donde me expreso como quiero plenamente. Seguramente hay mucha gente que no le gustaré y me censura o me verá como el demonio, pero realmente no me llegan esas voces. Recibo mensajes de solidaridad. Mi historia en femenino ha sido muy grata. Pero eso no pasa con muchas personas, ni en masculino ni en femenino. El deber ético de todos es ayudar a que todo el mundo se encuentre a sí mismo. Eso solo se siente hablando con la gente. Ahora voy al premio a la mujer “Confiar”. ¿Por qué hay que resaltar constantemente esa labor, esa lucha? Todas absolutamente maravillosas y a veces condenadas en lo cotidiano. Por sus parejas que no logran aceptar esas capacidades, por sus actitudes, etc. Esos personajes son claros para mí. Y los cercanos, mi tía, una mujer que nunca se casó, autonomía tremenda. Incluso con una construcción dolorosa, pero sigue siendo maravillosa. Las mujeres de la familia de Adriana. Ella proviene de mujeres muy admirables. Todas las historias que uno ve, oye y lee sobre la resistencia a la domesticación… Fascinantes.
¿Brigitte te sientes bella?
Si, DIVINA.
¿Cómo ha sido esa construcción de amor propio?
Uno pierde completamente la perspectiva de la belleza con el goce de las cosas. Pasa como con la virtud, lo bueno es bello. Es imposible separar esas cosas. Si yo hago conmigo mismo lo que me satisface, sin duda soy hermosa y esta bien. Es como las relaciones de pareja: mi esposa es muy hermosa, pero soy incapaz de explicar de dónde radica… o separar su belleza física de su actitud ante la vida, de su manera de expresarse. Ya llevo 17 años con ella. No le miro si sus ojos son verdes, siempre la veo bella. Ella dice “estoy poniéndome gorda” y yo no lo puedo percibir. Por supuesto siempre le voy a decir que está linda y que la quiero, porque la quiero. Sé también que estoy poniéndome calva (risitas) y que tengo defectos terribles, pero eso no me hace desagradarme.
¿Cuál es tu lado oscuro?
Fui muy impaciente e iracunda. La ira era mi demonio. El tema de la represión propia acaba explotando. Peleaba por reafirmarme, por encontrar mi espacio… Eso luego se convirtió en arrogancia en la academia… Uno pasa por pecados… Nunca he considerado la lujuria algo oscuro. A fondo, el existencialismo, la noción de trascendencia me causa un profundo desasosiego; no la muerte, el sentido de vida. Soy agnóstica, entonces hay momentos en que eso me desbarata.
¿Un hecho que haya cambiado tu vida aparte del renacimiento de Brigitte?
Radicalmente, haber conocido a Adriana. Cuando nos conocimos, yo le conté que estaba en este proceso… Ya lo he contado un par de veces, pero ella me dijo “Primero estamos empezando a salir y no te estoy ofreciendo mi vida. Y segundo en las noches de luna llena yo me convierto al budismo”. Y claro, uno no hace compromisos imposibles ni promesas que sabe que no va a cumplir. Esta conversación lleva ya 10 años y fue la que me abrió a Brigitte. Nos costó mucho pero ya estamos donde estamos: dos hijas, planes y deudas juntas (risitas). Sin ninguna intención de romper esquemas, entra a un ámbito que le toca enfrentar cuestionamientos de todo tipo.
¿Cuál es tu pócima secreta para vivir?
La honestidad contigo misma. La honestidad de todos los días y el buen humor. Nada es tan importante como gozar la vida. Lo que tengo es cada hora, cada minuto de estar con la gente que quiero y me quiere, de hacer lo que me gusta. Ese es el secreto. Yo soy de las que me acuesto cansada, pero nunca pienso “que llegue el fin de semana, o no me quiero levantar o no quiero ir”, eso pasaba en el colegio, contaba los días… 177 días… Ya NO.
¿Qué signo eres?
Escorpión, del 23 de Octubre.
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Extra: Una conversación que se coló luego de haber terminado.
Brigittte: Un momento importante en mi vida, fue en mi adolescencia masculina. Tenia seco a mi papá acerca de la inequidad social, el combate, todo eso. En todas partes era llevar la contraria. Mi papá es una persona muy serena y un día me dijo: “Deje de joder y PROPONGA ALGO”. Tuvo que causar algún efecto en mí, pues desde ahí no me inclino por la denuncia, el golpe o la contradicción sino por el buscar el quehacer. El lema del instituto es: a mí no me digan “no”, si el proceso es absolutamente complicado lo entenderé, pero sí se puede… Siempre es pensar en cómo se pueden lograr las cosas. Normalmente las cosas funcionan, uno le encuentra la comba al palo y eso es muy satisfactorio. Genera creatividad, vínculos, trabajo en colectivo. Es muy bonito.
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Una canción La maldita primavera, Yuri
Un libro Dune, Frank Herbert
Un apodo que odiaste Cuando chiquitica “gafufo”, juepucha muy maluco
¿Qué es la sexualidad? Libertad
¿El pudor? No tengo nidea
¿El aborto? Doloroso
¿La seguridad? Disponibilidad
¿La felicidad? Alegría
¿La religión? Ninguna
¿La política? Todo lo contrario
¿Qué te enamora? Que me regalen flores, que me consientan
Un sabor Chocolate
Una parte del cuerpo Mi busto
Una frase "Las cosas buenas se hacen por malas razones"
Un lugar Puerto Inírida
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Esta entrevista fue muy importante para MyGrlStory. Mientras hablábamos con ella, solo experimentamos perdernos en una honesta, divertida y genuina charla.
Gracias Brigitte por tener la fortaleza para poner a temblar el mundo y sobretodo por la valentía para ser la gran persona que eres.
@mygrlstory
El violín que compró con un aviso clasificado en 1978. Hoy es de su hija.
Paprika de su último viaje a Budapest.
Un ejemplar de su colección de Heavy Metal.
Fósil de pez de su finca // Su mazo de Tarot.
El remo de su trabajo de campo en Aracuara, 1987.
Su primer album de ABBA.